Grismary Coronado: “El cáncer no quiere nada con la tristeza, te mata más rápido”
Grismary Coronado: “El cáncer no quiere nada con la tristeza, te mata más rápido”

Grismary Coronado: “El cáncer no quiere nada con la tristeza, te mata más rápido”

Grismary Coronado, de 29 años, cuenta cómo el cáncer ha tocado tres veces su vida y clama por ayuda para salvarse

A Grismary Coronado a sus 29 años le cuesta hacer algo tan simple como respirar, uno de sus pulmones ya no está funcionando como antes de que llegara la enfermedad que le cambió la vida totalmente.

Su turbulencia comenzó hace cuatro años, en coincidencia con el desafortunado momento en el que también acababa de llegar la pandemia, pero la enfermedad que le diagnosticaron a ella fue aun más temible que el Covid-19.

“La primera vez que me diagnosticaron cáncer fue en un seno, durante la pandemia. Me dieron seis quimioterapias y con eso se controló. Ahí me operaron para quitarme ambos senos y así evitar que me pasara de uno para el otro”, relató a elCaribe con dificultad para hablar por su actual condición.

Explica que en ese momento estaba muy consciente de lo que estaba pasando, y que antes de que el doctor le diera el diagnóstico, ya ella sabía lo que tenía, puesto que su mamá ya había sido paciente de cáncer y algo en su corazón le decía que los síntomas que tenía indicaban que algo no andaba bien.


“Yo me quería mudar y algo en la mente me decía que reuniera dinero. Todo lo que conseguía lo guardaba porque quería comprar un juego de habitación. Un día, estaba compartiendo con mis amigas, sentía una bolita, me veía un seno más grande que el otro, y me dio un dolor. Le dije a mi mamá que me llevara a donde el doctor que la había operado, él me dice que hay que hacerme una biopsia. Al buscar los resultados, el le dice algo a mi madre, yo estaba en el baño cambiándome, y le dije, ‘dígame lo que yo tengo, yo sé lo que yo tengo, no me lo suavice que yo sé lo que tengo, él me preguntó, y yo le dije ‘cáncer yo tengo, porque yo lo sé, el corazón me lo dice’”, y así confirmó su diagnóstico.



Desde ese momento empezaron los viajes a Oncoserv (Red internacional de clínicas de tratamiento para el cáncer), donde inició su tratamiento y seis quimios después, sin cabello y sin senos, el cáncer ya no estaba en su cuerpo, o eso era lo que ella creía.

“Seis meses después, volví porque me salió un ganglio por afuera en las axilas. Nuevamente, procedieron a sacármelos y me dieron más quimioterapia”. Esta segunda aparición del cáncer en su cuerpo fue menos agresiva, sin embargo, también fue difícil debido a que en esta ocasión agotó los fondos del seguro y tuvo que buscar alternativas para terminar de pagar su procedimiento.

“Mis amistades hicieron una kermés, y con eso yo me di las dos quimios que me faltaban”, puntualizó.
A pesar de que pasó por el mismo proceso dos veces, Grismary se sentía bien y sin ignorar su condición era muy independiente. Trataba de disimular cualquier preocupación con respecto a su enfermedad frente a las personas queridas.

“Con esas quimios me bajó un poco el ánimo, pero me sentía normal. Yo me iba sola a hacer mis diligencias y a veces me acompañaban. Yo sabía que no era fácil, lloraba y pedía mucho a Dios, pero delante de mi familia y mis amistades, yo estaba normal, riéndome, compartiendo, como que nada estaba pasando, pero cuando estoy sola, yo me decaigo, a veces estoy yo aquí y es llorando y pensando, porque no es fácil”, señaló.

Sufrimiento doble

Los meses pasaron, Grismary siguió su vida normal, incluso haciendo planes, pensó que ya se le había escapado de las manos a esta terrible enfermedad, pero nueva vez la misma tocó a su puerta y esta vez en los pulmones.

“Salí con un nódulo en los pulmones, me encontraron líquido y luego varios nódulos que no me dejan ni caminar ni respirar. Este tumor es el que más fuerte me ha dado y me ha puesto depresiva, porque yo pensaba que estaba bien, porque ya yo tenía casi un año que estaba bien”.

Tras enterarse de este nuevo diagnóstico, su estado de ánimo cambió. Cuenta que desde ese día empezó a perder el apetito y cuestionaba a Dios por qué le estaba pasando esto a ella.

“Yo solo decía Dios mío, ¿por qué?, si yo te lo pedí tanto. Eso es malo reclamarle a Dios, pero él es el que sabe, él me tiene viva por un propósito, porque han sido 3 veces, y si yo estoy aquí es porque él quiere hacer algo por mí. Hay que estar conforme con lo que Dios haga”.

A pesar de que por tercera vez estaba viviendo esta desgarradora enfermedad, no pensó que pudiera vivir algo peor que la misma y que le pegaría incluso más fuerte que las sesiones de quimioterapia.

“Mi papá murió hace ocho meses, dándole mente a mi enfermedad. Estaba depresivo, no comía nada y cada vez más flaco. Él no hablaba. Cuando le hablé de lo que tenía en el pulmón y le dije ‘de nuevo esa enfermedad’, él lo que me decía era ‘eso no es nada, Dios es grande’, pero sé que él sufría más que yo. Su muerte me dolió más que la enfermedad, tiene ocho meses y es como si fuera ayer porque él era todo para mí”, es como describió la pérdida de la persona que más la apoyaba, recordando lo buen padre que fue y lo mucho que aprendió de él.

Padre de Grismary Coronado falleció hace 8 meses
Padre de Grismary Coronado falleció hace 8 meses. . Johnny Rotestan



A raíz de que este cáncer es más agresivo que los anteriores, sus actividades se han ido limitando, no puede salir a caminar debido a que sus pulmones no le dan, a veces se le dificulta dormir por la tos y debe estar al lado de un cubo cuando come, porque todo lo vomita, pero lo que más ha complicado la convivencia con esta enfermedad, es el hecho de que no puede hacer vida social, algo que podría mantenerle la mente ocupada.


“Tengo dos meses trancada, solo salgo para el médico, eso me tiene intensa, porque todo el que me conoce sabe que soy una muchacha alegre, social, me gusta salir, despejar la mente, sentarme en un coro a hablar lo que sea, pero ahora mismo no puedo porque si camino un chin me sofoco por lo que tengo en los pulmones. Trato de mantenerme positiva y confiando en Dios porque esta enfermedad no quiere nada de tristeza y depresión, porque te mata más rápido”, indicó.

A pesar de todo, quiere salir adelante, por ella, por su mamá y por su hija Crimary de 12 años, quien durante la conversación reveló que le gustaría ser doctora cuando crezca.

Hija de Grismary Coronado quiere ser doctora cuando crezca. Johnny Rotestan


Para culminar, Grismary envió un mensaje a quienes al igual que ella están pasando por el mismo proceso.

“Sean fuertes, no se decaigan, ni se depriman. Sé que no es fácil porque la vida te cambia de manera que el mundo se te cae encima, pero siempre tenga la mente positiva y confíe en Dios que es el único que sabe, el que da la última palabra y la medicina”.

Un medicamento le salvará la vida

Para poder ahora alcanzar su objetivo de lograr una vida libre de quimioterapia, Grismary está a la espera de un medicamento que le puede salvar la vida. La doctora asignada indicó la quimio hasta tanto pueda conseguir el medicamento valorado en RD$771,090.00, un monto dificil de costear por sí misma, puesto que desde el primer cáncer ha tenido que parar su vida laboral.

“Ojalá pueda conseguir ayuda antes del 19 de junio, que es la próxima quimio, porque no me quiero dar más. Ya yo estoy cansada y le tengo miedo a eso porque eso no es fácil”, clama entre lágrimas. Para que puedan aportar a la causa pueden contactarse con Grismary a través de su celular con el número (829)-665-1237.

Prevención
Es importante que las mujeres, y los hombres también, vayan a chequearse, porque si vas a tiempo es más fácil, porque te ponen en tratamiento y te salvas. No hay que tener miedo a ir al médico”

Agresivo
El cáncer mío es muy agresivo, es triplemente negativo, que hoy puedo estar bien pero en cualquier momento eso puede cambiar”

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