Es muy común escuchar que hay buenos días para correr y malos días para correr. También el mundo parece dividirse entre fans del verano y fans del invierno. Pero cualquiera sea la opción, si alguien quiere considerarse un runner entrenado la única manera es salir a correr durante casi todo el año.

Y el casi no se refiere a temporadas, sino a que todas las semanas del año, excepto un día de descanso, se debe salir a correr. A quien no le guste correr, siempre le parecerá malo el día, pero quienes amamos correr y buscamos rendir al máximo, lo que hay que hacer es adaptarse. Aquí, algunos consejos elementales y rápidos para que el clima no nos detenga.

Correr en días fríos

El frío no es un impedimento para salir a correr, pero requiere un poco de atención. Los músculos tardan un poco más en entrar en calor por lo que hay que arrancar suave hasta estar correctamente preparado para el ejercicio fuerte. Manos y cabeza requieren abrigo extra. Cualquier tipo de abrigo debe ser proporcional al frío y siempre hay que dejar la opción de sacarse algo de ropa.

Las piernas es lo que más rápido entrará en calor, por lo que el abrigo puede consistir en guantes, un cuello, un gorro y varias capas sobre el torso. Hay que recordar que esas capas puedan sacarse, como el gorro, el cuello y los guantes. Cuando tengamos calor, necesitamos sacarnos el exceso de abrigo.

Si solo tenemos una capa muy gruesa de abrigo, el desabrigarse de vuelve más complicado. Para los que sufren el frío en las orejas, el mismo cuello o unas orejeras de correr pueden ser más que útiles. Todo el abrigo que nos sacamos debemos volver a ponerlo encima en cuanto terminamos. Es mejor elongar en casa o en un lugar cerrado al terminar.

Cuando hace frío hay que buscar el sol, cuando hace calor hay que buscar la sombra. Redoblar la atención con la hidratación. Usar ropa clara y liviana, que no esté ceñida al cuerpo. Salir temprano o tarde y evitar la hora pico. El rendimiento puede verse afectado con temperaturas muy superiores al promedio.

Se descansa a la sombra, se hidrata más seguido, se está atento a cualquier indicación de malestar fuera de lo común. Una gorra mojada nos protege del sol y nos mantiene fresca la cabeza. Saber dónde está la hidratación para evitar largos períodos sin beber. Hidratarse antes de empezar también y al terminar la actividad.

Correr cuando hay viento

El viento es una complicación para los ritmos. El viento exige un esfuerzo físico mayor para alcanzar la misma velocidad. Un viento fuerte nos hace perder hasta veinte segundos de ritmo. Hay vientos que casi impiden correr. Hay que tomar esas jornadas como una prueba de fortaleza física y mental.

Si corremos en ambas direcciones, disfrutaremos del viento a favor y nos costará el viento en contra. Son variables que tenemos que aprender a manejar. En una carrera pueden ser lo que arruine nuestro plan, pero en todo caso será nuestro plan con viento y enfrentarlo también es satisfactorio.

Si la suerte sopla a nuestro favor, debemos aprovechar esa condición para ir rápido pero sobre todo, para tener menos desgaste a la hora de alcanzar nuestra velocidad habitual. Los lentes ayudan cuando hay mucho sol y hay superficies claras, cuando hay viento también nos proporcionan un alivio.

Correr en los días de lluvia

Cuando llueve la palabra clave es suelo. Cuidado donde pisas. El agua que cae sobre nosotros es puro placer, lo que importa es cómo eso afecta las superficies. Evitar toda superficie metálica porque resbalan mucho. No correr donde no podemos ver donde pisamos. Si el agua tapa nuestro pie, bajar la velocidad.

Correr por lugares que conocemos, ya que no habrá sorpresas. Si la superficie es plana y la conocemos, podemos hacer nuestro entrenamiento habitual. Usar ropa de colores vivos que se puedan ver a distancia. Si las condiciones de seguridad están dadas, la lluvia no es un impedimento. Las inundaciones no permiten correr y las tormentas eléctricas también detienen en ciertos lugares. Disfrutar de la lluvia es un derecho de todo runner, no se la pierdan.

Correr cuando hay smog o humo

Hay algunas ciudades más contaminadas que otras y días inusuales que afectan el desempeño deportivo. Estos consejos son generales, hay que adaptar los detalles a cada entorno. Si algo en el aire impide respirar correctamente, usar un cuello para tapar la nariz y boca es un pequeño alivio.

Los entrenamientos pueden ser un poco menos intensos y más breves. Ir a lugares verdes, donde haya más oxígeno. Salir fuera de las horas pico del funcionamiento de la ciudad. Arrancar muy temprano o lo más tarde posible.

Hay muchas variables en cada jornada de entrenamiento y también de carrera. Aprender a adaptarse y conocer los pequeños trucos nos permitirá mantenernos en movimiento, corriendo todo el año.

Santiago García es maratonista, autor de los libros “Correr para vivir, vivir para correr” y “Volver a correr”. 

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