Esta intolerancia al gluten no se puede prevenir, pero el diagnóstico precoz es clave para tratarla

La enfermedad celíaca es la intolerancia al gluten, una proteína que se encuentra en algunos cereales como el trigo, la avena, la cebada o el centeno, entre otros.

Antes se pensaba que su introducción en la dieta en una cantidad mayor o administrado con la lactancia materna, podría mitigar o prevenir la enfermedad, sin embargo, “ahora, lamentablemente, se sabe que no existe ninguna medida que pueda evitar la aparición de la enfermedad, porque tiene una susceptibilidad genética”, indica el pediatra Enrique Villalobos.

En todo caso, añade, sí se puede recomendar que la introducción del gluten se haga entre los cuatro y los doce meses. “Hacerlo antes puede provocar intolerancia por una prematura introducción, y hacerlo más tarde puede aumentar las probabilidades de desarrollar intolerancia”, destaca el pediatra.

“La manifestación típica y característica de la enfermedad celíaca suele iniciarse entre los seis meses y los dos años de edad. Nos encontramos niños que tienen un estancamiento en la evolución del peso y la talla, diarrea crónica, vómitos, falta de apetito y una alteración muy característica del estado de ánimo, están mucho más irascibles”, dice.

Aunque esta es la presentación clásica -y la más fácil de diagnosticar-, en niños ya mayores, e incluso en adultos, se puede manifestar de otras formas tan simples como el estreñimiento, un dolor abdominal frecuente, un retraso en la evolución de la talla, un escaso desarrollo sexual e incluso una anemia por déficit de hierro que no termina de curarse con un tratamiento.

Luego hay síntomas tan peculiares como la fatiga crónica, aftas orales recurrentes, alteraciones del esmalte dental o una osteoporosis a una edad demasiado joven, añade el especialista.

“Una cosa es que no podamos prevenirla y otra que debamos diagnosticarla cuanto antes”, subraya. Asimismo, añade que “su diagnóstico precoz nos va a evitar todas estas alteraciones de las que hemos hablado y hay que tener en cuenta. Además, una enfermedad celíaca no diagnosticada puede, incluso, si tiene un recorrido de mucho tiempo, multiplicar la probabilidad de desarrollar cánceres a nivel intestinal”, advierte el pediatra.

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