Ramona Ureña es fiel protectora de la Microcuenca Haina Duey, ubicada en el Parque Nacional Montaña Humiadora

Ramona Ureña lleva más de cuatro décadas impulsando la producción de agua para garantizar la existencia y la sanidad de los recursos hídricos, la producción sostenible y el progreso humano de las personas de su comunidad Villa Altagracia.

Este propósito de vida lo asumió a sus 18 años, cuando comenzó a trabajar por el medio ambiente, movida por la falta de concientización de los agricultores y agricultoras hacia el medio ambiente y por el miedo de las autoridades a que el río desapareciera.

Quina, como mejor es conocida en su entorno, sabía que desde la individualidad el desarrollo de la comunidad sería imposible, entonces apostó empíricamente a soluciones sostenibles que contribuyeron al bienestar colectivo.

“Para la preservación del agua, la iniciativa que hemos realizado es cambiar una agricultura tradicional por una sostenible, por medio de la forestería análoga que no es más que cambiar un bosque natural por uno productivo, producir sin hacer daño a la naturaleza”, indicó la activista ecológica y protectora de la Microcuenca Haina Duey, ubicada en el Parque Nacional Montaña Humiadora.

1. Comunidad rural
Nací en la comunidad rural Zumbador, Provincia Monseñor Noel, Bonao. Soy de las más pequeñas de diez hermanos, cinco hebras y cinco varones, dos murieron hace un tiempo. Cuando niña era muy delgada, no me gustaba mucho comer, siempre guardaba la comida, pero mi hermano Changuito se la comía. Un día que íbamos para la iglesia con mamá, la guardé en un jarro de Leche Nido y lo tiré debajo del fogón de la cocina. Cuando terminó la misa, Changuito salió corriendo para la casa a comerse mi comida, empezó a buscarla y no la encontró. Luego, él mismo contó que se sentó en un pilón que había acostado en el suelo y vio ese jarro, lo tocó con los pies y vio que estaba pesado, entonces lo abrió y se comió mi comida. Cuando fui a buscarla, ya no había nada. Eso me molestó tanto que dije que el que se la comió no es más que un ladrón. Para mi papá esa palabra fue muy grande, entonces le dijo a Changuito que cogiera un machete que había en la casa y me diera 20 planazos. Papá decía que él trabajaba mucho para comprar comida para que yo le dijera ladrón a uno de mis hermanos, que si la gente me escuchaba iba a pensar mal de él. Eso fue algo injusto, porque me dieron una pela por la palabra que le dije a mi hermano, pero a él también debieron darle una por comerse mi comida”.

2. Sus padres
Mi papá Julio Heredia es un hombre responsable, honesto, de mucho respeto, trabajó muy fuerte para criarnos. Él es agricultor, no nos pudo mandar a la escuela por completo porque era una persona muy pobre, además a él no lo enseñaron a estudiar. Pero por lo menos nos mandó a una escuelita de la comunidad que nada más llegaba hasta cuarto curso. Papá también fue alcalde, dice que salí a él. Mi mamá Polonia Herrera era una madre ejemplar, ayudaba a mi padre también en sus labores, le iba a cocinar a la loma, mientras mis hermanos mayors nos atendían en la casa. Ella murió hace cuatro años, tenía 89. Mi padre está vivo gracias a Dios, tiene 87”.

3. Defendiendo su integridad
Cuando estudiante me gustaba mucho el deporte, pertenecía a un equipo de pelota. Una vez mi equipo le estaba ganando al de unas compañeritas, entonces una de ellas comenzó vociarme que las muchachas de mi comunidad éramos muy pobres, que vestíamos con ropas muy baratas. Recuerdo que me incomodé mucho y le di par de galletas. Cuando vino el director y preguntó qué pasaba, le contesté que ella me estaba humillando, que no tengo culpa de ser pobre, que ella no tiene que decirme delante de la gente que pasamos hambre y que vivíamos mal. En el plantel había una dirección de hembras y una de varones, le aclaré al director que no nos trancara juntas porque le iba a dar más duro y nos puso separadas. Eso para mí fue una humillación, sin tener culpa de nada, solamente porque mi equipo estaba ganando. Yo tenía como trece años”.

4. Matrimonio
Me casé a los 18 años con Melenciano de León. Como su papá acababa de fallecer, nos fuimos a vivir al lado de su mamá en Villa Altagracia, cerca de la Microcuenca Haina Duey. Tenemos 5 hijos: Santos, María, Carlos Manuel, Inocencia y Juan Carlos León Ureña, además criamos a su sobrina Anyelina. Cuando iba a nacer mi primer hijo, mi hermana me llevó al Hospital Luis Marchena de Bonao, y a la hora de irse se le olvidó dejarme 2,500 pesos que le había dado a guardar. Ya parida, tenía mucha hambre, pero no quería la comida del hospital, entonces una enfermera cogió un jarrito y empezó a recolectar dinero y me llevó una Malta Morena, queso y galletas. Recuerdo a una pareja de esposos que vio la recolecta me pidió que le diera el niño, porque yo no podía tenerlo, les contesté que no, que ese era mi único niño y que sí podía mantenerlo, que mi dinero mi hermana se lo llevó sin darse cuenta. Eso nunca se me ha podido olvidar”.

5. Trabajos sociales
Cuando el ciclón David en el 79 se derrumbó una escuela en la comunidad formamos una comisión de hombres y mujeres y fuimos al Distrito 04-04 de Villa Altagracia a solicitar un maestro, porque no podíamos pagarlo. Cuando me fueron a buscar a la casa para irnos, ya mi esposo se había ido a trabajar y no me dejó ni un chele, entonces cogí un pollo del patio para venderlo y pagar el pasaje. Como nunca había hecho eso, todo el camino le pedía a Dios encontrar a quien vendérselo y encontré un hombre que dio 35 pesos, el pasaje costaba medio peso. El pollo tenía dos libras y media. Cuando llegamos al Distrito, pedimos hablar con el señor director, cuando la secretaria abrió la puerta él estaba sentado en su escritorio, pero ella nos dijo que no estaba, que volviéramos otro día. Me sentía incomoda porque sabía que él no nos quiso recibir, nos sentamos en el parque, convocamos hombres, mujeres y niños y al día siguiente llegamos en dos guaguas a reclamar el derecho de nuestros hijos al pan de la enseñanza. Le expliqué al director que habíamos ido a su oficina, pero que la secretaria nos dijo que no estaba y entendíamos que si volvíamos solas no nos iban a recibir. A los 15 días nombraron al maestro y nos entregaron cuadernos, lápices y lapiceros. A partir de ahí me di cuenta que los problemas hay que enfrentarlos con valentía”.

6. Motivación
La gente de Manoguayabo que queda en la parte baja de la Microcuenca Haina Duey tumbaban y quemaban sus árboles para obtener sus alimentos, hacían un daño grandísimo a la naturaleza. Sin saber nada al respecto, empecé a buscar una forma de equilibrar, de hacer proyectos amigables con el medio ambiente, entonces un equipo de mujeres y hombres creamos en 1993 el Comité de Protección Ambiental de la Microcuenca Haina Duey. Comenzamos a exigir a las autoridades ambientales que cambiaran el modelo de siembra de pino por cacao, aguacate, naranjas, toronjas, guineos y plátanos para que además de proteger el medio ambiente, diera beneficios a sus habitantes. Con mucha insistencia lo logramos. Luego, llegó a la comunidad la Unión Ecuménica Dominicana (UJEDO), que querían saber cómo era la parte alta de la Microcuenca, la gente le habló de mí y fueron a visitarme. A aprtir de ehí, empezamos a prestarle atención al caco, fue lo primero que sembramos, educamos a los agricultores sobre la importancia de proteger la naturaleza y vivir de ella sin dañarla. Al principio tuvimos muchos problemas con los agricultores, porque no entendían eso, pero salimos adelante”.

7. Proyecto de ganado
Después de tanta lucha, en el 2000 conseguimos un proyecto de ganado, a través de Canadá Natura Dominicana y su director Roberto Liz. Pero los agricultores creían que los iban a desalojar de la zona y me acusaban de hacer ese trabajo dizque porque esa institución me pagaba 10 pesos mensuales, todos se pusieron en mi contra. Recuerdo que a las mujeres que participaban con migo en el proyecto les decía que no tuvieran miedo, que en el nombre de Jesús íbamos a salir adelante. Gracias a Dios el proyecto llegó y las institución nos dio 95 mil 500 pesos para que compráramos de vacas y se quedaron todos tranquilos. Compramos siete vacas paridas. También tuvimos problemas con algunos miembros de Medio Ambiente que por dinero dejaban que los agricultores tumbaran montes de árboles, entonces tuve que pronunciarme con palabras duras, pero con mucha coherencia. Les dije que a la comunidad hay que sacarla a flote como cuando una mujer está de parto y no quiere que el médico le ponga la mano”.

8. Árboles por blocks
En el 2000 llegó a la comunidad la Unión de Juventud Ecuménica Dominicana (UJEDO) y su director Rafael Lluveres. Llevaron cámaras y fotógrafo. También había autoridades ambientales. Mientras grababan les aclaré que en esos espacios los moradores hacían sus conucos para comer, que si les sembraban palos, ellos se irían al bosque a destruir en un día lo que en 10 años no se repone, que era mejor dejarlos ahí mientras se resolvía el problema. Además, les dije si quería que ellos no cortaran árboles para hacer sus casa que les buscaran blocks, que si no quieren que se bañen en el río que hagan un acueducto, que si no quieren que los agricultores hagan sus necesidades al aire libre que les hagan sanitarios ecológicos y que para que sus caballos dejen de pisar el agua, les hagan una carretera. Durante un mes y doce días el programa Mundo Ecológico pasó la entrevista todos los domingos. A partir de eso, conseguimos un proyecto de 22 millones de pesos para la zona, se hizo la carretera, se reforestaron tres mil tareas de cacao, limón y zapote. Se construyó un centro comunal, 90 casas de block y 135 baños ecológicos. Después la comunidad empezó a decir que eso era para desalojarlos y la institución se desencantó y se fue a otro lugar”.

9. Desastre natural
El paso de las tormentas Noel y Olga por el país destrozó a la comunidad, nos mató a 26 miembros, entre ellos mi hermana, su esposo y tres hijos. El río salió de su cauce a las dos de la mañana y no había luz. Durante el operativo de rescate, el coronel que estaba al frente pidió que no me dijeran nada hasta tanto no estuvieran todos en un refugio. Mandaron helicópteros para rescatar a las personas, luché tanto, pensaba que mi hermana estaba en el grupo. Al final, al ver que ella no bajaba del helicóptero fue que me informaron de la tragedia. Perdí el conocimiento y desperté ya en mi casa, no me di cuenta quien me llevó. A los tres días encontraron el cuerpo de algunas personas, entre ellos el de mi hermana y su hija, pero los cuerpos de su esposo y sus hijos nunca aparecieron. Los muertos que no se reconocían los enterraron juntos en una fosa común”.

10. Dura batalla
Las personas que fueron rescatadas durante las tormentas fueron alojadas en diferentes viviendas, el gobierno les pagó seis meses de renta, luego se hicieron unos apartamentos en Villa Progreso. Tuvimos que librar una lucha grande, porque las autoridades trajeron una lista de beneficiarios con gentes que no conocíamos. En eso creamos la Asociación de Damnificados, la comunidad me puso al frente, tenía que velar porque nos entregaran los 172 apartamentos. La lucha fue difícil, pero no pudieron quitarnos ni uno. Al final, tuvimos que inaugurarlos nosotros simbólicamente, pero logramos el objetivo”.

Apec y Colombia

“A mis 32 años, después que tuve todos mis hijos, el Departamento de Género del Cuerpo de Paz de los Estados Unidos me otorgó una beca en APEC en la capital, asistía los sábados, ahí me hice bachiller. Después fui a la universidad, pero solo estudié un primer cuatrimestre de Ciencias Sociales, porque los trabajos sociales no me permitían seguir estudiando. En 2019 conseguí una beca para estudiar en Colombia por tres meses, allá me gradué como Técnica Agropecuaria. Fue una experiencia inolvidable, porque ahí me di cuenta que todos los países de Sudamérica tenemos los mismos problemas, ideales y deseos de crecer. Nos enseñaron a vivir de la naturaleza sin hacerle daño, sobre agricultura orgánica, manejo de granjas de grandes y pequeñas y de cómo en áreas cortas tener cerdos. Aprendimos cómo del pipí y el agua después de lavar la granja se puede rehusar como abono líquido. Teníamos como 60 profesores, cada uno nos daba una materia todos los días, había estudiantes de Panamá, México, Honduras y de República Dominicana”.

Orgullo
Mi papá Julio Heredia fue alcalde, él dice que salí a él. Mi mamá Polonia Herrera era una madre ejemplar, ella también ayudaba a mi padre en sus labores en el campo”.

Tragedia
El paso de las tormentas Noel y Olga por el país destrozó la comunidad, nos mató a 26 miembros, entre ellos mi hermana, su esposo y tres hijos”.

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