El Show de Irving, del sábado en la sala Manuel Rueda de Bellas Artes, fue un hecho artístico que marcó no solo la mayoría de edad, sino el antes y el después de la carrera artística de un comediante que canta bien, baila, se despatilla, actúa, improvisa y evoluciona.

El año que viene cumplirá 25 años de vida artística, y debe festejarlo en el Teatro Nacional con un gran espectáculo donde rinda homenaje al escenario y al público.

Con “El Show de Irving” reímos y reflexionamos. Nos emocionamos con el tributo a Anthony Ríos, con la presencia de Dania Ramos y su voz que conmueve, con el personaje de Darisho y sobre todo con el largo stand up de Irving sobre Irving.

Las carencias tecnológicas que acusa el Palacio de Bellas Artes son patéticas. No hay focos seguidores, aunque con las luces inteligentes hacen lo mejor que pueden.

Ágil, centrado, con dominio absoluto de la escena, del texto o el tema, de su capacidad de improvisación, Irving fue de lo íntimo a lo colectivo, de lo frívolo a lo sustancioso, en un discurso que provocó la carcajada y el aplauso durante tres horas.

Pero el hecho artístico no está completo si no se tiene en cuenta el ambiente en que se produce. Desde que asciendes del parqueo a la entrada del Palacio, es cuando te das cuenta realmente del estado en que se encuentra la construcción que por otra parte no cuenta con aire acondicionado (Irving tuvo que alquilarlo).

La escalera que lleva del parqueo del sótano al exterior se encuentra en un estado de abandono que da vergüenza. Suciedad, basura, vista de que no se limpia hace días, charcos del agua que ha caído afuera y se ha filtrado, por la puerta que da al exterior y probablemente por pedazos del falso techo de yeso que se han caído.

El elevador se lo comieron los ingenieros de turno de MOP en diferentes gobiernos. Solo la remodelación del parqueo soterrado costó más de RD$784 189 386 en 2008. En 1956 cuando se inauguró el Palacio de Bellas Artes, su costo total incluyendo construcción, mobiliario, decoración y aire acondicionado, fue de RD$1,555,000. Hoy solo cuatro farolas del jardín están iluminadas. La escalinata con charcos de agua, es un riesgo de huesos rotos. En fin, un monumento a la desidia oficial.

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