“La tragedia de las democracias modernas
es que no han acertado todavía a realizar
la democracia”.
Jacques Maritain
Los teletipos de la Cancillería y del Palacio Nacional no paraban de teclear los mensajes procedentes de Europa, Estados Unidos, Latinoamérica y Asia. Los funcionarios más allegados al Presidente estaban molestos y preocupados y tomaron la decisión de no llevar un texto más al despacho presidencial. Su deber era evitarle molestias innecesarias al mandatario, ya virtualmente asediado por el peso de las presiones del gobierno de los Estados Unidos. Tal vez lo más sensato sería apagar los receptores, sugirió un miembro del círculo íntimo contando mentalmente los cablegramas amontonados por centenares en uno de los escritorios de la secretaría administrativa. “ ¡ Total, todos dicen lo mismo !”.
El primero se recibió unos días antes de las elecciones y fue una clara señal de lo que vendría. Tenía la firma del primer ministro de Portugal, Mario Soares, y era una recordación tácita de los deberes cívicos del Presidente. Si bien su texto era neutral, en el fondo prejuiciaba las intenciones. Un mensaje como ese sólo se enviaba a alguien que pudiera albergar la idea de resistirse a una derrota. “ Después de las conversaciones que tuve con usted”, le decía Soares a Balaguer, “ quedé convencido que las elecciones a celebrarse el próximo día 16 serán libres y democráticas prestigiando a su país en el mundo y garantizarán la democracia en la república Dominicana. En Dakar tuve la ocasión de informar sobre la visita de la misión de la Internacional Socialista a su país y manifestar nuevas esperanzas de que Vuestra excelencia garantizará el respeto de la voluntad popular expresada a través del sufragio libre y democrático”.
Para muchos este breve recordatorio de las obligaciones democráticas del gobierno fue como una admonición ; anticipo de lo que sucedería. Pero acostumbrados a vivir a espaldas de las realidades internacionales y a desdeñar la importancia de los vínculos del PRD con partidos y organizaciones del exterior, nadie en el círculo alrededor del Presidente reparó en los efectos que pudiera tener en la política interna un movimiento internacional de apoyo a la oposición, en la eventualidad de un conflicto electoral.
Los mensajes comenzaron a llegar por serie desde la misma mañana del miércoles 17 de mayo. Soares, también secretario general del Partido Socialista portugués y vicepresidente de la Internacional Socialista, era el autor de uno de los primeros. Decía así : “ Muy impresionado por la suspensión del conteo de los votos de las elecciones. Confío en que Vuestra Excelencia honre los compromisos asumidos ante la opinión democrática mundial y haga respetar la voluntad popular expresada en las elecciones”. La mayoría de los mensajes estaba dirigido personalmente al jefe del Estado y le hacía responsable directo de las consecuencias de una interrupción del orden institucional. El premier portugués envió un mensaje separado de felicitación a Guzmán por su “aplastante” victoria electoral.
Algunos no llegaban a través de los aparatos receptores de la RCA o de la ITT instalados en las oficinas del gobierno, sino que eran captados por los distintos servicios de inteligencia a través de transmisiones radiales procedentes del exterior. Este fue el caso de la gestión del presidente del Partido Independentista Puertorriqueño, Rubén Berríos, ante las Naciones Unidas. El líder separatista se dirigió al secretario general adjunto del organismo a fin de que éste se pronunciara en favor de la victoria electoral del PRD. Berríos actuaba a solicitud del doctor Jorge Blanco, quien le informara que la suspensión del proceso electoral se debía al convencimiento del gobierno de su derrota en las urnas. Según el despacho captado de la emisora WKJB de San Juan, Puerto Rico, Jorge Blanco le informó a Berríos y éste a su vez a la ONU que “los cómputos demostraban más de un millón de votos a favor del PRD contra sólo 600 mil emitidos para el partido del presidente Joaquín Balaguer”.
Las protestas procedían de los más lejanos y raros confines del planeta. Algunos de los nombres que aparecían al pie de ellos les eran totalmente desconocidos a los funcionarios del círculo íntimo del Presidente. En más de una ocasión, desde la Presidencia llamaron a la Cancillería para preguntar : “¿ Y quién, coño, es este tipo ?”.
En la mañana del jueves 18, los teletipos seguían funcionando sin detenerse más de un par de minutos. Desde Helsinki, Kalevi Sorsa y Ulf Sundqvist, presidente y secretario general, respectivamente, del Partido Socialdemócrata de Finlandia, condenaron la “intervención” del gobierno en el proceso electoral y lo exhortaron “ a que respete los derechos civiles y políticos en el país” y reconozca y acepte la decisión del pueblo. El mensaje reafirmaba “ su plena solidaridad y respaldo a su partido hermano dominicano”, el PRD, y a su líder José Francisco Peña Gómez.
No todas las protestas provenían siempre del exterior ni estaban redactadas en términos tan severos. Aquellas procedentes de las propias entrañas del oficialismo tenían un efecto desmoralizador aún más grande sobre el ánimo del gobierno. Tal era el caso del mensaje enviado desde Santiago, la segunda ciudad del país, por el ingeniero Simón Tomás Fernández, en los términos siguientes : “ En mi calidad de profesional que ha colaborado con su gobierno durante sus tres periodos constitucionales, así como también, de candidato a regidor por el Partido Reformista al Ayuntamiento de Santiago, ruégole hacer cumplir las prescripciones legales en cuanto a los resultados de la consulta electoral que tuvo efecto en toda la República el 16 de mayo próximo pasado. Tengo absoluta fe en que usted señor Presidente, utilice todo su prestigio ante funcionarios e instituciones que aparentemente tratan de empañar históricamente los doce años de vida democrática que su figura de estadista a nivel internacional le ha brindado al pueblo dominicano”.
Uno que otro mensaje, entre el enorme cúmulo de protestas y condenas morales, contribuían a aliviar los pesares oficiales. Pero éstos, para consternación del Palacio Nacional, eran los menos. Muchos de éstos estaban guíados más por la pasión política que por razones de orden legal. Un ejemplo era el cablegrama firmado por el doctor Rafael Camejo, residente en el 16 Ivy Street, de Kearny, New Jersey, recordando a Balaguer su deber “ de no dejar que los comunistas gobiernen nuestro país”. Pregunte, decía, a los presidentes de Estados Unidos y Venezuela “ si ellos enviaron delegados de la OEA a Cuba para ver cómo se eligió presidente a Fidel Castro y cómo ellos lo han aceptado”. Camejo se permitía pedir al Presidente de la República que comunicara el texto de su mensaje al general Beauchamps Javier.
Tal era la cantidad de cablegramas y cartas acusando al Presidente de la República del impasse surgido como resultado de la irrupción militar en la sede central de la Junta Electoral, que Balaguer decidió al mediodía del jueves 18, dirigirse al país y a la opinión pública internacional, con el propósito de poner fin a la creciente ola de protestas. Pero el discurso, si bien produjo cierto alivio de las tensiones, no detuvo los mensajes, que continuaron amontonándose en los escritorios de los despachos contiguos al del Presidente.
Apenas horas después de que el primer mandatario prometiera hacer respetar los resultados de los comicios, la agencia francesa AFP difundió la decisión del Partido Socialista Austríaco de condenar la intromisión de los militares “ en el libre desarrollo” de las elecciones dominicanas y su pleno respaldo al secretario general del PRD, Peña Gómez. Según la agencia, los 650 delegados al 24 Congreso del Partido Socialista de Austria votaron por unanimidad un llamado al régimen dominicano “para que tenga en cuenta la voluntad del pueblo y respete los resultados electorales”.
El líder socialista Francois Mitterand inscribió también su nombre en las protestas. El 22 de mayo, se dirigió a Balaguer a nombre del Partido Socialista Francés en términos que parecían un emplazamiento. Su partido, advertía Mitterand, “informado de casos de tortura en Santo Domingo y de intentos de impugnar los resultados de las elecciones, exige que la voluntad popular sea respetada, que el PRD sea declarado ganador y que cesen todas las persecuciones contra la población dominicana, los militantes del PRD y su líder Francisco Peña Gómez”.
La Internacional Socialista remitió al presidente Balaguer el 23 de mayo, el texto de una declaración publicada en Londres, el mismo día 17, horas después de la acción militar. Firmada por su secretario general, el sueco Bernt Carlhson, el comunicado decía así : “ La Internacional Socialista condena la intervención de las Fuerzas Armadas que se ha producido en el proceso electoral en la República Dominicana. Es evidente que el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) estaba ganando cuando los militares tomaron el control del conteo de los votos. La Internacional Socialista insta al Gobierno y a las Fuerzas Armadas de la República Dominicana a que respeten los derechos civiles y políticos en su país y que reconozcan y acepten la decisión del pueblo dominicano. La Internacional Socialista reafirma su plena solidaridad y apoyo al partido dominicano socio suyo, y a su líder José Francisco Peña Gómez”.
Las iglesias se sumaron por igual al coro de protestas internacionales. El 23 de mayo,. Desde Nueva York, el presidente Balaguer fue instado por el director ejecutivo de la Comisión de Justicia , Liberación y Realización Humana del Consejo Nacional de Iglesias, Jovelino Ramos, “ a observar respeto absoluto por los resultados de las elecciones nacionales y el traspaso ordenado del poder en caso de (la) victoria confirmada de la oposición”. Ese mismo día, el Partido Nacional Democrático y Progresista de Haití, en un cablegrama firmado por su secretario general, doctor Lionel Lane, expresó a Balaguer su confianza en el uso de su “ razón e inteligencia” para terminar la crisis electoral dominicana. El pueblo haitiano y el partido, en particular, esperaban de él “la palabra de cordura que le permita salir del poder con la grandeza de líderes máximos como Winston Churchill y Charles De Gaulle, quienes aceptaron con ánimo libre la decisión de sus pueblos y entraron verticalmente en la historia”.
Los mensajes no se referían exclusivamente a la interrupción del proceso electoral. Muchos de ellos hacían referencia a denuncias publicadas en el exterior acerca de graves violaciones a los derechos humanos y arrestos masivos de opositores al Gobierno. Desde Birkeroed, Dinamarca, la filial de Amnistía Internacional pidió a Balaguer el 24 de mayo que “aclare la situación legal de 300 personas arrestadas el 19 de mayo, entre ellas miembros de comisiones electorales y de la oposición. Pedimos que se garantice su seguridad física”. Las apelaciones en favor de estas personas arrestadas procedían de lugares muy distantes entre sí, lo cual era una señal inequívoca del enorme poder de influencia del PRD en el exterior, a lo que el Gobierno comenzaba a prestara atención quizá ya demasiado tarde. Horas después de que se llevara ante el Presidente el mensaje de la filial de Amnistía en Dinamarca, la secretaría administrativa preparó un resumen para el gobernante con los textos de 27 mensajes individuales procedentes de San Francisco, California, expresando “preocupación” por la situación legal de esos 300 detenidos.
Los remitentes eran Tillie Smith, Margot Krumel, Normal Schlesinger, Bea Goodman, McLaughlin y Suzanne Dennis,R. Bogart, padre James B. Flynn, Richard Shypertt, Bernard Rosenthal, Von Schevin Inc.,M.R. Weinstein, Carol Carver y George Exum, Marty Gilmore, Leslie Harris, Henry Dakin y señora, Diane Moore, Jim Austin, Olga Baxt, Oyvind Molbach, Romelle Johnson, Sabina Thiergart, Helene Openheimer, Martha Stenberg, Christie Pearl, Edward Baird, Marianne Barton y David Roberson.
El Gobierno consideró la conveniencia de responder estos mensajes, pero no tomó ninguna decisión inmediata, a pesar de que el tema de los detenidos el 19 de mayo siguió generando protestas internacionales. El 29 de mayo, por ejemplo, el ciudadano norteamericano Beth Nothomb, residente en el 2255 Vallejo Street, de san Francisco, California, escribió de puño y letra una carta a Balaguer señalando que “informes desalentadores” se estaban recibiendo sobre arrestos de miembros de juntas municipales y de la oposición. “ Es mi urgencia solicitarle que usted envíe información clarificadora de la situación legal de esos que han sido detenidos. Señor, confío que usted como un hombre consciente intervendrá en este asunto y cuidará de la seguridad física de estas personas y de sus derechos legales”. Otra correspondencia en el mismo tenor, fechada el 30 de mayo, estaba firmada por el arquitecto Leonard S. Mosias, residente en el 1800 Noriega Street, de San Francisco, California : “ Le pido, señor, intervenir para que la situación legal de esos detenidos sea conocida y se den los pasos necesarios para protegerlos de daños físicos. Le aseguro que al hacerle esta petición, de ningún modo deseo asociarme con esos cuyo recurso a la violencia significa lograr su meta. Es mi firme creencia de que todos los gobiernos son responsables de la seguridad y bienestar de sus ciudadanos, de acuerdo con sus leyes nacionales y las reglas internacionales de derechos humanos”.
Las protestas surgidas de sus propias filas se destacaban entre los montones, cada vez más grandes, de cablegramas recibidos en la Cancillería y la Presidencia. Dos, entre muchos, resaltaban en esos días difíciles. Uno tenía la firma del doctor Antonio García Vásquez, embajador dominicano ante el gobierno de Perú, en Lima, y era un virtual emplazamiento al mandatario : “ El nombre y la vergüenza de la nación imponen respeto a la soberana voluntad del pueblo por lo que invoco de su amor a la patria el sacrificio que exija esta demanda”. El otro, era de un amigo y colaborador íntimo del Presidente, el doctor Carlos M. Rojas Badía : “ Como su leal amigo personal y como un ciudadano humilde solicito a su Excelencia desplegar toda vuestra indiscutible influencia, para que se respete la decisión soberana del pueblo, y se evidencie una vez más vuestro firme anhelo de paz y de concordia en esta desventurada. Soy amigo en todas las circunstancias”.
No todos los mensajes eran de este estilo. Algunos viejos adversarios que habían pasado a formar parte de su equipo de colaboradores más recientemente, mostraban más condescendencia con la actitud del Presidente. Un caso curioso era el del profesor Pablo Rafael Casimiro Castro, antiguo dirigente del PRD, quien siendo senador opositor había sido objeto años atrás de un atentado con fósforo blanco que le desfiguró el rostro y las manos. Casimiro Castro era ahora un defensor del Gobierno y ocupaba una de las subsecretarías de Estado de Interior y Policía. Su telegrama del 30 de mayo, era una muestra de adhesión y respaldo al Gobierno : “ Vuestro democrático comportamiento antes, durante y después del proceso electoral muéveme a extenderle felicitación por extraordinaria contribución a la institucionalización del país. Gestos como los vuestros no son comunes en el curso de nuestra historia. Aprovecho la ocasión para ofrecerle públicamente mi amistad en momentos de la culminación de su ejercicio presidencial”. Los gobernantes del futuro, decía Casimiro Castro, tendrían que orientarse “ siguiendo sus sabias ejecutorias”.
Los nombres de importantes figuras de la política europea y de los Estados Unidos, figuraban al pie de los cientos de mensajes que continuaban llegando. Felipe González, secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) le escribió a Balaguer en los términos siguientes : “ Condenamos enérgicamente la intervención militar en el desarrollo del escrutinio de las elecciones presidenciales en la República Dominicana y pedimos que se respete la soberanía popular y su voluntad ya expresada en las elecciones y se restablezca la normalidad en el país”.
Olof Palme, presidente del Partido Social Demócrata de Suecia, condenó la intervención militar y exigió “respeto de la voluntad del pueblo dominicano libremente expresada en las elecciones”. Mientras que Willy Brandt, presidente del Partido Social Demócrata de Alemania Occidental, le escribió a Balaguer quejándose de que se hubiera interrumpido el conteo de los votos. Su partido, le decía, “espera que la decisión democrática adoptada por los ciudadanos dominicanos sea respetada tanto por el Gobierno como por las Fuerzas Armadas y que el conteo de los votos pueda concluirse sin obstáculos a fin de determinar cuál es el Presidente escogido por decisión de la mayoría”.
El secretario general del Partido Laborista inglés, Ron Hayward, expresó su profunda preocupación por el curso de los acontecimientos dominicanos y exhortó al Presidente a que “permita el conteo ordenado de los votos con miras a un resultado justo y democrático”. Mitterand le escribió de nuevo para reiterar la posición del Partido Socialista de Francia de respaldo a “un desenvolvimiento completo y regular del proceso electoral” con el propósito de que sus resultados sean respetados y aceptados por todos.
El Partido Social Demócrata de Dinamarca, a través de su presidente, Anker Joergensen, se sumó a las protestas. “ Condenamos la intervención de la Policía y del Ejército en las elecciones y exigimos que se respeten los derechos del pueblo dominicano “. Y Jerome J. Shestack, presidente de la Liga Internacional de los Derechos Humanos, con sede en Nueva York, y filiales en 30 países, telegrafió al presidente Balaguer comunicándole que los últimos hechos en el país creaban un clima de desconfianza respecto a la honestidad democrática del Gobierno dominicano. Sobnre el escritorio de Balaguer había también mensajes de muchos otros lugares, como el que recibiera de Reiulf Steen, secretario general del Partido Laborista de Noruega y nuevamente desde Viena del Partido Socialista de Austria.
Otto Kersten, secretario general de la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres, con sede en Bruselas, protestó “ en nombre de lo sesenta millones de afiliados” a la organización, demandando respeto absoluto a la voluntad del pueblo dominicano. Y Francisco Rodolfo Méndez, secretario general del Partido Revolucionario Hondureño, urgió al Presidente de la república a respetar la soberanía popular y transferir “ el poder al candidato del PRD”.
Era la de nunca acabar. La campaña en defensa de la transparencia en las elecciones dominicanas llevada a cabo por el PRD desde el mismo momento de la irrupción militar en la Junta Central Electoral, trascendía el ámbito político de sus relaciones internacionales. Ciudadanos comunes de numerosos países agregaban sus nombres a la montaña de telegramas de protestas contra el Gobierno dominicano. Angela Díaz, residente en Corona, Nueva York, tomó esa tarde un tren distinto a la salida del trabajo y se dirigió a la más cercana oficina de cables para enviar un mensaje al Presidente dominicano exigiendo el respeto a los resultados de los comicios.
La prensa de Puerto Príncipe destacó con grandes titulares, el mensaje despachado por Georges Fortune, presidente de la Federación Haitiana de Sindicatos Cristianos, a nombre de los trabajadores de ese país pidiendo el respeto a la decisión de la mayoría del pueblo dominicano y urgiendo a Balaguer, como comandante en jefe del Ejército, a “obligar (al cumplimiento) del papel de los militares como custodia de las fronteras nacionales”, a aceptar la voluntad de los electores.
Desde Caracas, firmado por los profesores J. Parminio García ,Trini Rivero Liendo y Juivenal Garabito, presidente, vicepresidente y coordinador, respectivamente, de la Comisión Latinoamericana de Trabajadores de la Educación (CLATEC), se solicitó respeto a la expresión popular “marginando las intervenciones de las Fuerzas Armadas”.
La ocasión parecía propicia a muchas organizaciones para hacerse sentir. Algunos mensajes parecían inspirados en noticias falsas y exageradas divulgadas en el exterior, que no reflejaban la real situación dominicana. La Organización Política Haitiana en el Exilio, despachó su protesta desde Kingston, Jamaica. “ En nombre de la comunidad haitiana en el exilio, víctima de una de las más sangrientas dictaduras de América Latina, queremos elevar nuestra más enérgica protesta contra los atropellos que se están cometiendo en contra del hermano pueblo dominicano. Nos han llegado con tristeza noticias de que sectores anti-democráticos están llevando una terrible campaña de represión resultando en arrestos masivos y hasta matanza de los partidarios del PRD y demás sectores de la oposición. Estamos convencidos, basados en sus diversas declaraciones, de que usted, señor Presidente, en función de las prerrogativas que le confiere su alto puesto utilizará sus poderes de manera que se ponga fin a esas atrocidades”.
Las informaciones acerca de la clandestinidad de los líderes del PRD, las cuales no respondían exactamente a la realidad, motivaron muchas apelaciones personales a su favor. Tal fue el caso del cablegrama del 22 de mayo que Felipe González remitiera desde Madrid al Presidente de la República : “ Pedimos garantías a la vida de José Francisco Peña Gómez, secretario general del Partido Revolucionario Dominicano, y respeto derechos y vidas humanas en la república Dominicana, así como el pronto reconocimie4nto del resultado de las elecciones que dieron claramente el triunfo del PRD”.
Algunas apelaciones no constituían condenas a la actitud del Gobierno y por el contrario expresaban la fe que el Presidente inspiraba en muchos de los remitentes. Un ejemplo lo daba el mensaje del panameño Erasmo de la Guardia, que decía así : “ Tócome presidir comisión investigó y condenó al generalísimo( Rafael Leonidas) Trujillo en relación con atentado contra presidente (Rómulo) Betancourt (en 1960) de Venezuela. Desde entonces fui admirador y defensor inclaudicante suyo, por lo que ruego a los cielos no caiga ahora en desdicha maldición de trampa electoral con las repercusiones consiguientes para América toda”.
Por lo regular, el Gobierno, dedicado a la tarea de reunir elementos para sustentar sus planes de impugnación de las elecciones, no disponía del tiempo ni de los deseos necesarios para responder a estos emplazamientos y esta indiferencia oficial alentaba la idea en el exterior de que las autoridades se proponían desconocer los resultados electorales. Sólo la Cancillería parecía consciente de la importancia de atender estos asuntos y en ciertos casos respondía directamente aquellas quejas que afectaban directamente la imagen del país en el exterior. Uno de estos infrecuentes casos fue el del mensaje de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, firmado por Andrés Aguilar y Edmundo Vargas Carreño, presidente y secretario general, respectivamente, del organismo. El 31 de mayo, el canciller vicealmirante Jiménez informó en un memorándum al Presidente que el organismo había remitido a esa dependencia una queja en el sentido de que después de la interrupción del proceso electoral “ se ha desatado una ola de represión en contra de dirigentes y militantes del PRD”. La denuncia se refería a más de 150 opositores detenidos, a que muchos de ellos eran maltratados y que se había dado “ orden de atentar contra la vida” de Peña Gómez. El canciller comunicó al Presidente que había respondido el cablegrama desmintiendo tales informaciones por no estar fundamentadas en la realidad. La respuesta de la Cancillería admitía únicamente que “ aislados incidentes de muy poca importancia” se habían producido como era “frecuente en las pugnas electorales americanas” y que las autoridades competentes “ tuvieron que intervenir para mantener el orden público dentro de los cánones constitucionales en ejercicio del derecho de la conservación del Estado”.
El tema del supuesto maltrato a los opositores detenidos durante los incidentes posteriores a la interrupción del proceso electoral, siguió llamando la atención internacional durante las primeras semanas de junio. María J. Holt, ciudadana norteamericana residente en el 115 High Street, de Bath, en el estado de Maine, dijo al Presidente que la gente en esa comunidad estaba alarmada “ por los recientes informes de que cientos de dominicanos fueron arrestados, detenidos y golpeados después de las elecciones presidenciales celebradas el 16 de mayo. Se ha reportado que algunas de las personas son delegados electorales y miembros del partido de oposición. También se ha informado que miembros del Ejército detuvieron el conteo de votos el 17 de mayo”. La señora Holt solicitaba en su carta a Balaguer “ usar todo el poder de su alto despacho y toda su fuerza como ser humano para indagar la verdad de la situación y tratar justa y misericordiosamente con las personas involucradas. También le pido aclarar la situación legal de todas esas personas detenidas y garantizar su seguridad”.
En términos muy similares se expresaron los días 5 y 6 de junio, Anna-Leena Sirén, doctora en medicina, residente en Kiertotie 104 A 8, SF-905000 Oulu 50, Finlandia, y Berit af Geijerstam, de la P1 41565 Asen, 451 00 Uddevalla, Suecia, lo cual coronaba una de las más perfectas y coordinadas campañas de presión que jamás se ejerciera contra un Gobierno en la República Dominicana.
El 29 de junio, el canciller remitió al Presidente el texto de la comunicación que el embajador dominicano en Londres, Alfredo A. Ricart, enviara a Santo Domingo resumiendo los resultados de su visita al Foreign Office, el 13 de ese mismo mes. Ricart explicaba que en la tarde ese día “fui llamado a la Foreign Office por el señor H.A.A. Cortazzi, subsecretario de Estado de Relaciones Exteriores, para informarme que en fecha 22 de mayo se llevó a cabo en la Cámara de los Comunes una moción protestando por la intervención militar en el proceso electoral dominicano, al mismo tiempo que me entregó una copia de la Gazeta del parlamento Británico. Infórmome igualmente que, aunque solamente aparecían ocho nombres, eventualmente dicha protesta fue firmada por veintidós miembros del Parlamento”.
Cortazzi expresó a Ricart la preocupación del Gobierno de Su Majestad “ por la intervención militar en la Junta Central Electoral durante la madrugada del 17 de mayo último pasado, lo que consideraban ellos que podría ser motivo de la terminación del proceso democrático dominicano iniciado hace doce años”. Igualmente, le dejó ver, según apreciaba el embajador dominicano, que “ sólo me comunicaba lo anterior para mi propia información, ya que ellos consideraban este episodio como historia pasada debido al hecho de que el conteo había sido reasumido y que, por tanto, la moción en el Parlamento había sido detenida”. El diplomático inglés manifestó también al embajador Ricart “ el interés británico en ver una democracia sólida en la República Dominicana, restando más bien en el hecho de que ellos consideraban a nuestro país como uno de los principales sostenes democráticos occidentales en el área del Caribe y una de las únicas cuatro democracias existentes en toda la América Latina”.
Ricart informó a Cortazzi que tal y como él notara, el conteo de los votos había sido reasumido y que la normalidad estaba restablecida además de que el Presidente Balaguer cumplía con las seguridades ofrecidas de que el Gobierno y las Fuerzas Armadas “respetaban la decisión soberana del pueblo dominicano”.
El texto de la moción aprobada el 22 de mayo por la Cámara de los Comunes, según la transcripción enviada desde Londres por el embajador Ricart a la Cancillería, es el siguiente :“Que este Parlamento en fuertes términos condena la acción tomada por las Fuerzas Aramadas en la República Dominicana para prevenir la terminación del conteo en las elecciones presidenciales, aparentemente en anticipación a la victoria del candidato del Partido Revolucionario Dominicano y requiere al Gobierno de Su Majestad que envíe una protesta inmediata a las autoridades e igualmente ponerse en contacto con el gobierno de los Estados Unidos con el propósito de concertar una presión internacional en favor de un fin inmdiato a este intervención en el proceso democrático”.
La moción fue inicialmente aprobada por los parlamentarios Stanley Newens, Martin Flannery,Norman Atkinson, Hugh Jenkins, Audrey Wise, John Evans, Maurice Orbach y Tom Linterick.