Evoco con mucho cariño al escribir este breve texto al P. Jorge Cela sj. que fue mi profesor de Antropología en la licenciatura en Filosofía.

Una cosa es lo que la gente vive y piensa en el polígono central de Santo Domingo y otra muy diferente en La Maguana o Bayaguana o Capotillo. Por eso un director de la Policía salió con el disparate de que no aceptaría reclutas de madres solteras o que se quería prohibir el uso de motores para llevar pasajeros de noche o que los chovinistas detestan el gagá.

La naturaleza de clase social de esas posturas reflejan que una minoría, tanto en el Gobierno, como en la oposición, en la prensa, como en las redes sociales, no conoce la sociedad donde vive y desprecia a esa mayoría, la más pobre, la más marginada. Esto no es nuevo, ya pasó con los pesimistas de inicio del siglo XX que consideraban como causa de nuestro atraso a la mayoría campesina de nuestro país, a quienes explotaban sin misericordia.

Esa desconexión la expresó hace poco Guido Gómez Mazara al inventar el término popicracia, refiriéndose a varios personajes del gobierno que piensan como ricos y no entienden a los pobres. Juan Bosch en el 1962 introdujo términos como hijos de machepa y tutumpotes para identificar esa diferencia radical entre visiones del mundo, cultura y necesidades. Incluso en 1940 Bosch utiliza el término de pueblitas para identificar la minoría que vivía en pueblos y ciudades, y que eran causantes de la miseria de nuestro pueblo.

El tema haitiano, que por lo visto será el tema de nuestra campaña electoral, donde los candidatos principales competirán en demostrar quien es más racistas, quien es más xenófobo, será la gran cortina de humo que ocultará los graves problemas del pueblo dominicano, los problemas de los hijos de machepa.

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