Caramba, ¡se nos ha ido Renaldo Bodden! Fue la frase que pronuncié al tropezarme, en medio del funeral, con Freddy Tapia, fino redactor deportivo del Listín Diario. Con Tapia mantuve -de manera constante- comunicación respecto a la salud de Bodden, quien durante varios años fue duramente atacado por la diabetes, enfermedad que lo fue sepultando poco a poco.
Renaldo Bodden Peguero, calificado como uno de los más capacitados redactores en el segmento del periodismo especializado en deportes, se mantuvo activo, pese a sus graves problemas de salud.

Bodden, como yo, era un simpatizante (en el béisbol profesional dominicano), del equipo Leones del Escogido, pero nunca lo atrapó el fanatismo. Porque primero era periodista. Y el periodismo, por lógica profesional, no debe caer en el fanatismo “alocado”.

“Preparen el traje, preparen el traje”, así le dijo Renaldo a Freddy Tapia semanas antes de su ida. Cuando Tapia lo fue a visitar, una de las tantas veces que lo hacía, Bodden lo sorprendió con esa proclama (¿?).

Porque el veterano cronista deportivo, como estaba consciente de que ya no podía ganarle la batalla a la diabetes, quiso ser sincero con él mismo, y desde luego con sus amigos y familiares, al decir la frase: “Preparen el traje”. Se refería al “traje” que le colocan a un finado.

Precisamente así vi el cadáver de mi amigo cuando me acerqué al ataúd colocado en la Funeraria Blandino. Cerca del féretro, mirando fijamente su rosado rostro, apenas duré unos 35 segundos… porque mi sensibilidad no me permitió continuar a su lado.

Mis lágrimas, que suelen salir con facilidad, me daban un aviso de que se iban a deslizar por mis mejillas. Preferí alejarme y sentarme al lado del periodista Américo Celado para calmar mi pena.

Con Renaldo compartí labores profesionales. Recuerdo cuando en mis inicios como periodista, junto al compañero Ramón Cuello, teníamos un programa que bautizamos como “Calentando el Tabloncillo”.

Era un espacio que realizábamos antes de los partidos de los torneos del baloncesto superior masculino en el Palacio de los Deportes.

En el clímax de este artículo tengo que reiterar: Caramba, ¡se nos fue Bodden!

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