Es de Confucio aquello de que “el que comete un error y no lo corrige está cometiendo otro error”. Eso vale para todo al que se critica y en vez de asimilarla para en una próxima hacerlo bien o mejor, lo toma a mal o se despacha, ante lo muy evidente, diciendo que no es así y prosigue en línea recta. Claro que hay críticas constructivas y otras para hacer daño, pero si al que critican responde con agresividad es porque le duele al verse confrontado con la realidad, porque de lo contrario apelaría al viejo refrán: a palabras necias, oídos sordos. Mantener el enfoque en la reflexión y la autocrítica es lo sensato, para no caer en la tentación de buscar culpas ajenas o la enfermedad en la sábana.

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