En un reciente homenaje que le dedicó la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para América Latina y el Caribe porque termina en este mes su período al frente de la CEPAL, Alicia Bárcena dictó una conferencia en la que resaltó una preocupante realidad: que no basta el crecimiento económico si hay desigualdad.
Es que la desigualdad conspira contra la recuperación y el desarrollo, a la vez que aumenta los niveles de pobreza y de pobreza extrema, a tal punto de que se proyecta un retroceso de 27 años con el incremento de ese tipo extremo de pobreza.
Una situación que se ha visto agravada en todo el mundo por la pandemia, la que ha ensanchado la brecha global entre los países desarrollados y las naciones en desarrollo.
Por ejemplo, en la actualidad el 1% de la población posee el 50% de la riqueza mundial y con solo el 8% de la población, América Latina y el Caribe acumula el 32% de las muertes ocasionadas por la COVID-19.
Hay más: Los países desarrollados han gastado 14.9 mil millones de dólares para enfrentar los efectos de la crisis, mientras que los países emergentes solo han invertido 2.7 mil millones (desde enero 2020 a septiembre de 2021).
Esta desigualdad en muchos terrenos llega incluso hasta a la vacunación, porque según cifras de febrero de la Organización Panamericana de la Salud, mientras 14 países y territorios han inoculado al 70% de su población, el mismo número no ha logrado alcanzar ni siquiera el 40% de cobertura.
Para empeorar eso que Bárcena califica de “asimetrías globales”, la incertidumbre marca la perspectiva para este 2022 en América Latina y el Caribe, en un contexto internacional desfavorable de conflicto bélico, menor comercio y posibilidad de retiro de estímulos monetarios, más una latente evolución de la pandemia.
Mientras la concentración económica continúe siendo el paradigma presentado como panacea, esa desigualdad no desaparecerá ni se atenuará, porque precisamente es de la desigualdad de lo que se alimenta esa acumulación de la riqueza en cada vez más pocas manos.