Estados Unidos vota hoy bajo un estado de tensión que dista demasiado de lo que fueron las civilizadas elecciones antes de la llegada de Donald Trump, cuando desde 2016 sembró las semillas del odio hacia los inmigrantes, promovió la supremacía blanca, y asumió la denostación como arma política, al margen de la hostilidad a la prensa y el lanzamiento de todo tipo de teorías conspirativas.
Esas semillas germinaron y la violencia verbal se hizo material contra norteamericanos negros a manos de la Policía; los grupos supremacistas estimulan una división creciente, de tal forma que las elecciones de hoy se perciben con el mayor grado de tensión jamás visto. Hay temor a la violencia post electoral si los resultados no son suficientemente convincentes.
El propio presidente Trump pone la paz interior en tela de juicio cuando adelanta que las elecciones serán fraudulentas o cuestiona el voto anticipado, y pese a ello, ya más de 93 millones de norteamericanos ejercieron el sufragio.
Los estadounidenses concurren además a las elecciones en medio de la más grave crisis sanitaria por el COVID-19, que ha dejado más de 230 mil muertos y más de 8 millones de contagiados, entre ellos el propio Presidente y su familia, que lo subestimó y sometió a escarnio las políticas de prevención que le sugirió el asesor de la Casa Blanca para el coronavirus, el epidemiólogo Anthony Fauci.
Ese es de manera apretada el panorama interno, donde se pelea estado por estado clave para la sumatoria de los 270 votos electorales necesarios para construir la mayoría. Trump, por debajo en las encuestas, con un 8%, se moviliza hasta de madrugada, como ocurrió en la Florida, pese al toque de queda.
Más allá de las fronteras de Estados Unidos, el mundo está atento. Podría decirse “como siempre”, por la gravitación de ese país en. Ahora la preocupación es mayor, por los 4 años anteriores, por la secuela de la política aislacionista, por sus barreras contra el libre comercio, por sus insultos a los líderes mundiales, por su rechazo al compromiso para atenuar el cambio climático. Por su amenaza a la convivencia entre las naciones y por alentar una nueva guerra fría del absurdo.
El mundo desea un cambio en EEUU que fortalezca la paz y la convivencia internacional.