En República Dominicana y en cualquier circunstancia, la política y los políticos controlan y ponen la agenda y como tal tienen mucha incidencia, son determinantes, y lo que hagan o dejen de hacer, influye.
De ahí que no sobra aconsejarles, y más si se trata de políticos de “peso” o que son asumidos como “líderes”, que piensen bien, con detenimiento, cuando vayan a emitir juicios sobre temas o asuntos nodales como por ejemplo la economía, la inversión extranjera, la seguridad jurídica…

Que no lo hagan con desesperación porque ésta, en política, sólo perjudica debido a que las reacciones agresivas e irreflexivas aportan poco.

El político, si es un profesional, debe caracterizarle una esencial condición: la de saber controlar sus ímpetus, tanto en “tiempos de paz” como en “períodos de guerra”.

En política, el control de las emociones puede resultar clave para lo que se vaya a decir o hacer.

“La emoción, por ciega e impulsiva, nos lleva con frecuencia a actuar precipitadamente y a que no pocas veces, después, nos arrepintamos de haber actuado bajo su presión”, escribió monseñor Arnaiz en su libro “La institucionalidad de los pueblos requiere tiempo”.

Otra cosa. El verdadero político debe poseer la habilidad de convivir con la decepción y saber gestionar el fracaso, sin malas artes como aquellas de buscarle a todo la vuelta o inventarse un bajadero para justificarse.

Tiene que ser autocrítico, sincero, y atreverse a encontrar las causas de sus reveses cuando se presenten.

Lo contrario sería, si es que no se aprende ni se sacan enseñanzas de los errores y fracasos, volver a tropezar.

Por ser algo afín con el tema, aquí el consejo que le dio un amigo a Richard Nixon al momento de ser derrotado por Kennedy en 1960 en una apretada elección: “Cuando se pierde hay que enfadarse terriblemente. Lo que distingue al buen perdedor es que hace recaer el enfado sobre sí mismo, no contra sus compañeros o contra sus victoriosos opositores”.

Si perdió y, lo remarco, si es un político profesional, debe comenzar de una vez la apuesta para el próximo juego.

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