En la tierra prometida - Miguel Guerrero
En la tierra prometida - Miguel Guerrero

Al igual que en muchos países de América Latina, en la República Dominicana se trató en una oportunidad de copiar el experimento judío del Kibutz. En varios países la empresa fue desechada tras algunos fracasos iniciales. En este, sólo fue siempre un proyecto en la mente de algunos individuos visionarios. Las tierras del sisal en Azua pudieron haber sido el escenario de ese gran experimento.

¿Por qué no ha sido posible jamás un kibutz americano? Expertos agrícolas consideran que científicamente es factible, tal vez con mejores resultados debido a la riqueza de la tierra en la mayoría de las naciones latinoamericanas, de economías agrícolas. Pero falta una motivación ideológica.

El kibutz fue el producto de la necesidad del pueblo judío de establecerse en Palestina. Obligados a permanecer extraños a la agricultura y a otros medios de producción a lo largo de siglos durante la diáspora, para los primeros judíos llegados en masa a la tierra prometida, la faena en el campo era una actividad prácticamente desconocida y muy dura. Fue, no obstante, el punto de partida del nacimiento de una nación.

Jacob Tsur, un judío emigrado de Rusia a comienzos de siglo que llegó a convertirse en una de las figuras más célebres de Israel, explica el fenómeno magistralmente en su libro “La Rebelión Judía “: “de todas las olas sucesivas de pioneros llegados a Palestina durante sus años de formación, ninguna ejerció una influencia más perdurable sobre la sociedad israelí que la segunda aliá, llegada a los puertos del país entre 1906 y 1914. “Por otra parte, ninguna fue tan ferozmente individualista.

Es casi tangible la parte que cada uno de sus integrantes desempeño en la explosión de las nuevas ideas. En efecto, los inmigrantes de ese período ofrecían un pintoresco surtido de hombres animados por un idealismo sincero y determinado. Era un poco numeroso.

El número de judíos llegados a Palestina entre 1882 y 1914 se estima entre 55,000 y 65,000 de los cuales entre 10,000 y 15,000 se quedaron en el país entre 1906 y la Primera Guerra Mundial. Los pioneros propiamente dichos era una minoría, pero los 2 millones y medio de judíos del moderno Estado de Israel llevan todavía hoy la marca de ese puñado de hombres.

“Gracias a ellos muchas ideas y estructuras específicas han subsistido hasta nuestros días: las nuevas formas sociales, el espíritu de cooperación, la austeridad elevada al rango de virtud, el culto del trabajo y el respeto por el trabajador, un celo irreductible en la persecución del objetivo.

“En cualquier dominio que se considere ellos fueron los iniciadores, los creadores, los innovadores. Ellos trazaron caminos, lanzaron ideas. Sin capitales ni de conocimientos especiales, desarrollaron obras de irrigación, empresas de trabajos públicos, industrias. Sin haber pasado jamás por academias militares formaron el núcleo de un mujer si tu futuro.

“En cualquier dominio que se considere, ya sean las letras, la planificación, la reforestación guión y hasta el hermoso césped en las aldeas-, encontramos en el origen a un viejo pionero, a menudo extravagante, obstinado, difícil, que ya entonces tuvo esa visión de futuro, que predicó la idea y la puso en práctica contra y a pesar de todos“. El kibutz fue el fruto de una serie de condiciones sociales e históricas que en conjunto sólo se han dado en Israel. Yo he estado en varios aunque solo guardo impresiones claras y determinadas de dos de ellos, en los cuales permanecido durante horas en diciembre del año pasado. Los había visitado algunos años antes, en ocasión del viaje que hice a Israel en 1964 como miembro del equipo dominicano a las XVI Olimpiadas mundiales de ajedrez, pero mi curiosidad de estudiante secundario de entonces era mucho menor que el interés periodístico de ahora.

El kibutz de Or Haner (palabra hebrea que significa luz de vela) es quizás el más interesante de todos ellos para un latinoamericano. Situado en el mismo corazón del Neguev, cerca de la Franja de Gaza, es uno de los muchos experimentos modelos en el joven estado sionista. En él sólo vive en judíos nacidos en Chile, Argentina, Uruguay y otros países latinoamericanos.

Como la inmensa mayoría de los primeros inmigrantes, los judíos llegados de América latina no eran precisamente familias de agricultores. En Or Haner, tuvieron que luchar durante años contra la inclemencia del tiempo, la terrible aridez del suelo, la falta de agua, las plagas y las constantes incursiones de bandas nómadas de guerrilleros árabes.

Al principio la vida en comunidad resultó dura y un reto muy grande para hombres y mujeres acostumbrados a una vida individualista. “Los primeros años fueron los más difíciles“, me dijo Yosef Ofir, argentino, tesorero del Kibutz. “Fue el periodo en que muchos comenzamos a dudar y a pensar en la posibilidad de retornar a nuestros países. Pero persistimos y logramos echar adelante“.

Existen varias clases de cooperativas agrícolas en Israel. En una de ellas, el kibutz o colonia colectiva, no solamente la producción sino también el hogar es colectivo. Situado a poca distancia de las alturas de Golán, en la frontera con Siria, el kibutz Ayelet Hashahar, creció en un medio tan hostil y áspero como el Or Haner. En sus primeros años, las paredes y pequeños graneros que tras ardua labor se levantaban en el día eran desmoronadas en la noche por las bandas armadas, primero, y por la artillería después. Pero jamás abandonaron la empresa.

El paludismo los amedrentó tanto como los beduinos y las tropas del mandato británico, pero finalmente se sobrepusieron y se quedaron. “No teníamos, entonces como ahora, ninguna alternativa “, dijo Hanan Olami, el intelectual que dirige el Instituto Central de Relaciones Culturales Israel-Iberoamericano, y que hasta hace pocos años estuvo ordeñando vacas en un modesto Kibutz del centro del país. “Quizás esa es toda la explicación que podemos dar de este experimento agrícola tan celebrado en el mundo entero. Pero esa falta de opción es probablemente la razón de nuestra fuerza. Al no tener alternativa lo hacemos o perecemos“.

El Kibutz llegó a convertirse en una fuerza política determinante. Muchos de los grandes héroes de la nación -David Ben Gurión, que condujo a la lucha por la fundación del Estado, Isaac Ben Zvi, que fue el segundo presidente, o Joshep Sprinzak, padre del parlamentarismo israelí-, salieron de sus filas. El actual ministro de relaciones exteriores, Yigal Alon y el mismo primer ministro Yitzhak Rabin, provienen de los establos y los verdes naranjales que hicieron posible la supervivencia del país. Pero qué es realmente un kibutz? Los primeros fueron fundados hace mucho más de medio siglo en el valle del Jordán. El grupo de jóvenes que organizó en 1910 la colonia colectiva de Degaña, se proponía crear una nueva sociedad pasada en el trabajo en común y fundamentado en una igualdad entre todos los miembros. Aunque no estaban acostumbrados a las duras condiciones de vida de la región, suponían que no había otro modo de convertir las partidas tierras del país de sus antepasados el lugar fértil para sus hijos. Inculcaron en todos los judíos dispersos por el mundo la idea de que era su deber trabajar como agricultores, nacer a la libertad con un trabajo honrado independiente.

Sentaron el principio de que el hombre debe Vivir de su propio trabajo, sin explotar el de sus semejantes, lo cual contradecir a la práctica de otras numerosas aldeas judíos de la época, en que los agricultores empleaban obreros asalariados -en su mayor parte árabes. Ésos pioneros del Kibutz eran contrarios a la propiedad privada- estaban imbuidos de las ideas marxistas que florecían en la Rusia zarista se inundaban por toda Europa guión y primeramente trabajaron tierras arrendadas al llamado Fondo Nacional Judío.

En el kibutz Ayelet Hashahar, uno de los más prósperos de país, conocí a Izhat Sasson, encargado de la organización de ayuda a otros Kibutzim en desarrollo, y quien está en Israel desde 1948. Aun cuando procede de Marruecos, su español es fluido y elegante. Sasson me explicó la forma en que este y otras aldeas colectivas han ido progresando. En Ayelet Hashahar, por ejemplo, la producción industrial ha ido desplazando la agrícola, alcanzando ya el 50 por ciento. El gobierno estima, dijo, que a más tardar en otros siete años la producción de los Kibutz será un conjunto de un 75% industrial debido en parte a los problemas del agua y el hecho de que el país está suficientemente abastecido en el campo agrícola. En Ayelet Hashahar, Que entre otras cosas tiene un confortable hotel de 102 habitaciones, viven como miembros del Kibutz alrededor de 900 personas y “desarrollamos una de las agriculturas más altamente tecnificadas del mundo. Trabajamos con computadoras donde está registrado cada grano que se consume, se produce o se desperdicia“. Sasson, que había sido secretario del Kibutz y trabajo en la recolección de manzanas y como maestro en la granja antes de subir a su actual posición, dice que la producción de manzanas, con un rendimiento de 48 t por hectárea, es probablemente la más alta del mundo. Cosechan toronjas y otros frutos, y hay producción de leche cada paca israelí da un promedio de 6000 l al año.

Existen alrededor de 70 lagos artificiales para la producción de pescado y una gran producción de pollos. En pocos años, sin embargo, todos esos logros agrícolas constituirán apenas el 25% de la producción total del Kibutz pues, según Sasson “estamos desarrollando proyectos para la industrialización de la mayoría de esos renglones“. Cómo creció el kibutz? Muchos colonos siguieron los pasos de los de Degania, fundando colonias en todas las localidades del país. En la mayoría de los casos formaron parte de la vanguardia de la renovada colonización judía de Palestina. Muchas veces fueron obligados a defender sus colonias, totalmente aisladas, de los ataques de sus vecinos armados y hostiles. Es por eso que las colonias se convirtieron en los puestos de defensa más avanzados de la región fronteriza, y no es de extrañar entonces, que al ser fundado el Estado de Israel, se convirtieron esas colonias en los puntos por donde pasaría la frontera de la nueva nación.

Durante las últimas décadas, el número de Kibutzim ha llegado a 225. Entre 80,000 y 90,000 almas viven hoy en día en las colonias, cifra que constituye el 4.2% de la población total, de Israel. El papel económico de los Kibutzim es mucho más importante de lo que tal suma haría suponer. Más del 30% de la producción agrícola del país proviene de los que Kibutzim. Ciertos productos de la tierra son distribuidos, casi exclusivamente, por sus cooperativas. El Kibutz también influye pronunciadamente en la vida oficial y Cumple un papel muy destacado en el movimiento obrero. Hoy en día, como antes de la creación del Estado, sus miembros juegan un papel importante en todas las esferas de la sociedad israelí. Forman parte del gobierno, son miembros del parlamento, y participan en la dirección del ejército.

Pero muy particularmente son activos en la Histadrut, la Federación General de Trabajadores, cuya contribución al desarrollo de la nación es quizás infinitamente mayor que el papel jugado por entidades obreras de otros países. La Histadrut, que cuenta entre sus fundadores miembros de los kibutzim originales, siempre ha declarado que uno de sus objetivos principales es el retorno a la tierra. Actualmente la mayoría de las comunidades agrícolas –y todos los kibutzim – están afiliadas a esta entidad. Las funciones de los Histadrut son muy numerosas. Cooperativas afiliadas y dirigidas por ella han sido creadas en todas las esferas económicas de Israel. Todas las líneas públicas de autobuses están dirigidas por cooperativas. La empresa de construcción más importante del país pertenece a la Histadrut. Los productos de las colonias agrícolas son distribuidos y puestos a la venta por esta entidad, y todas las necesidades de los colonos y de sus organismos económicos son adquiridas por medio de una institución proveedora, similarmente afiliada. En todas estas organizaciones, miembros de los kibutzim ocupan puestos decisivos.

A pesar de los cambios ocurridos en las condiciones de vida y de las enormes mejoras en el nivel de las mismas, mantienen los kibutzim sus antiguos principios igualitarios y comunales y siguen poseyendo bienes y medios de producción en común; de la misma manera que los primeros Kibutzim. Su campo de acción decisivo sigue siendo la actividad agrícola, aunque sus actividades son varias y numerosas. Todos poseen frutales, cultivan granos y tienen varias clases de ganado. Aparte de sus ramas agrícolas, muchos kibutzim poseen departamentos industriales de importancia más o menos pronunciada, que explotan sus productos agrícolas. Otras industrias de las colonias colectivas no tienen nada que ver con la agricultura, por ejemplo fabricación de madera cortada, industria ligera, casas de reposo, etc. Estas industrias han sido instaladas de acuerdo con los más modernos principios.

Los Kibutzim han descubierto que les es favorable económicamente el combinar varias ramas agrícolas e industriales en un asola empresa común. Por otra parte, los kibutzim tienen intereses en varias organizaciones. Poseen acciones de la Compañía Nacional de Autobuses (Egged), de empresas industriales y de centros de embalaje de frutas. Hoy, exactamente como en el pasado, constituye el comedor el centro de la vida cívica de todo kibutz. Es este el único lugar en el que sus miembros se encuentran tres veces al día para comer. Aquí también se realizan las asambleas generales, las funciones y las fiestas. La comida de los miembros y de sus hijos es preparada en la cocina adyacente. El almacén de vestimentas repara y repasa la ropa, y allí mismo reciben los miembros las nuevas vestimentas y telas. Las necesidades de la comunidad son servidas por costureras, zapateros, peluqueros, así como por electricistas, pintores, carpinteros y otros artesanos.

Como los integrantes de un kibutz no reciben remuneración alguna, estos servicios son gratuitos. En la cocina se prepara la comida –en lo posible de acuerdo con el gusto de los miembros. Cada año se pone a disposición de éstos sumas fijas que cubren vestimentas y calzados y se les permite escoger las prendas y los zapatos que prefieran en el almacén; incluso les es permitido usar estas sumas para adquirir vestimentas fuera del kibutz. Como cada miembro de la Histadrut, forma parte automáticamente de la Caja de Ahorros Médica, perteneciente a esta entidad, que mantiene doctores y clínicas en los Kibutzim y subvenciona la hospitalización de los miembros. Estos tienen derecho a vacaciones anuales, parte de las cuales pasan en pensiones, con gastos cubiertos por la comunidad.

La educación de los niños está a cargo de la comunidad y de los padres. Los niños viven en hogares de infancia, según su edad, donde las madres de hogar los cuidan. En la mayoría de los Kibutzim, los niños duermen en estos hogares. Visitan a sus padres en sus habitaciones al concluir éstos el trabajo diario y pasan en su compañía las horas de la tarde y del anochecer. Los Kibutzim poseen una escuela local que educa a los niños durante los 12 años de estudio. En los Kibutzim menores se envía a los niños a la escuela regional, situada en un Kibutz de mayor importancia, particularmente para los estudios secundarios. Este sistema educacional permite estudiar a todos los niños de los Kibutzim sin excepción alguna y ya existía en el Kibutz en los tiempos en los que la educación básica no era obligatoria en el país. A la edad de 18 años los jóvenes finalizan sus estudios y son, entonces, aceptados como miembros por voto de la Asamble General. Luego, es su deber ir a cumplir con el servicio militar. Al finalizarlo, comenzarán su vida de adultos como plenos miembros de Kibutz.

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