En algún momento, nadie sabe cuándo ni dónde, el tiempo fue dividido en siete días. Primero el lunes (¡Qué duro!… ¡A trabajar!). Segundo el martes (en el que suelen llegar facturas y nunca falta un cobrador). Tercero el miércoles (mitad del castigo laboral). Cuarto el jueves (alentador, porque empieza a asomarse el fin de semana). Quinto el viernes (el dia más breve, con escape vespertino hacia la juntadera). Sexto el sábado (¿Quién dijo que es para descansar?). Y siete el domingo (Que es cuando, en lo máximo del placer finsemanario, uno se pregunta: “¿A quién diablo se le ocurrió inventar el lunes?”).

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