Sí. Efectivamente. En treinta días ha cambiado la imagen, ha cambiado el estilo, ha cambiado el ambiente, ha cambiado el saco y la corbata por la camisa arremangada, el misterio de vidrios polarizados por el jefe manejando su propio carro, la adustez y el silencio por la sonrisa y la palabra franca, el distanciamiento por la cercanía, la breve visita sorpresiva por el conocer sin tiempo las realidades…Pero no basta todo eso. Falta ver los cambios trascendentes, y muy especialmente lo que todo el mundo espera: la liquidación de la impunidad y los primeros castigos a los corruptos, para ver si es verdad que el gas pela.

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