Ayer estuve tres horas sin celular y fui feliz, recordando los felices tiempos en que para hablar a distancia había que usar un teléfono de tecla o de marcador giratorio, desde la casa, desde un lugar ajeno o desde un teléfono público (que ya no existen). Pero todo empezó a dañarse cuando hizo presencia el “beeper”, que redujo la comunicación a simples mensajitos… Hasta caer en el celular, que no te da descanso con la invasión de todo tipo de cosas desde cualquier lugar del mundo, mostrándote que, al revés de lo que crees, no eres más que un objeto de su propiedad…(Sí. Aunque usted no lo crea, se puede vivir sin esta dictadura).

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