Por su inteligencia y buenas relaciones, un cabildero es bien pagado para gestionar apoyos, viabilizar buenos negocios, procurar entendimientos, viabilizar acuerdos de mutua conveniencia, propiciar nuevas amistades e inducir olvidos y perdones. Entonces, ¿Para qué Gonzalo Castillo contrató a Luis Fortuño, ex Gobernador de Puerto Rico, para que le sirviera de cabildero en la Casa Blanca? Más todavía: ¿Por qué Fortuño, abogado y político, le sacó los pies tan pronto a este buen cliente? ¿Sería porque la solución de algún problema de Gonzalo en Washington es misión imposible?… (Esto es un “¡Miterio!”, como diría mi abuelita).

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