He buscado en las leyendas de ancianos y en los cuentos para niños y no encontré nada que me reviva al Duarte adolescente, al Sánchez niño, al Mella envejecido, al Luperón enamorado…En fin, a nuestros paradigmas con todos sus sentidos puestos para hacer la vida asumiendo sus riesgos. No encontré un sólo escritor que los haga vivir de carne y hueso, con sus alegrías, enojos, malos humores y pasiones carnales en los mismos lugares donde hoy moramos quienes los queremos. De lo único que se ha escrito en morboso exceso es de los tiranos, como si en nuestra historia no existieran mejores fuentes de inspiración y buenos ejemplos.

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