Ahora, Luis Abinader deberá disponer de un buen cuerpo de auditores secretos, controlado directamente por él, para darle seguimiento puntual a la ejecución de cada proyecto de inversión, con sus contrataciones, licitaciones, compras, recibos y pagos, así como a las cuentas bancarias de cada alto funcionario y sus familiares y allegados, para “bajarle la pesada”, con los verdugos de Miriam, a todo aquel, sea quien sea, que trate de robar, con cualquier truculencia, lo que nos pertenece a todos. De no ser así, la famosa Ley de Extinción de Dominio, como muchas otras, será un simple cuento de camino… (Él lo sabe).