Todas las policías del mundo (incluso hasta la del Vaticano) son corruptas: negocian el móvil del delito, la dimensión del hecho, los agravantes, las sanciones preventivas, las complicidades, las pruebas y hasta las posibles condenas.

Eso lo saben, desde 1936, cuando fue creada por Trujillo, cada uno de los que han sido jefes de ese cuerpo del desorden, del que casi todos han salido millonarios, como bien saben los generales que, muy seriecitos, hoy lo niegan: Guzmán Acosta, Hermida González, Imbert Tessón, Sanz Jiminián, Polanco Gómez, Reyes de León, Mota Paulino, Nazir Tejada, Guzmán Fermín y Bautista Almonte… (¡Ofrézcome!).

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