Es bueno que Luis Abinader se diera cuenta de que ese proyecto de protección a los inmigrantes ilegales era un soberano disparate. Es bueno que haya captado el rechazo generalizado que tan raro invento produjo en todo el país. Es bueno que haya previsto oportunamente el tremendo fracaso de tan extraño propósito. Es bueno que haya salvado su imagen ante un pueblo con el que siempre debe ser consecuente. Es bueno, en fin, que con el calculado fracaso de tan absurda iniciativa les haya reiterado a los yanquis (que se sospecha son los motivadores de esa patraña) lo que ellos no quieren entender: Que la solución de Haití está allá y no aquí.

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