De cabo a rabo, a lo ancho y largo, día, noche y hasta madrugada. Y mucho más: Desde Anchorage hasta Buenos Aires; desde Europa hasta Asia; de costa a costa en Norteamérica; desde aquí hasta el último confín de una diáspora que no olvida su esencia y procedencia, la ira esperanzada de un pueblo del carajo se ha dejado sentir fuerte como castigo y advertencia a quienes han olvidado que aquí (¡siempre!) el día más claro llueve, como llovió torrencialmente en aquellos históricos abriles que al parecer lamentablemente han borrado de su memoria quienes (¡craso error!) subestiman a este pueblo.

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