¿Posee el “Poder” judicial un cuerpo policial propio que obligue a cumplir sus disposiciones? No. ¿Tiene la Suprema Corte potestad para darle órdenes al gran generalato? Tampoco. ¿Puede el Tribunal Constitucional cancelar un funcionario que desobedece la Constitución? Menos. ¿Puede el Tribunal Superior Administrativo ordenar la demolición de una construcción prohibida? Jamás. Entonces, ¿para qué sirven las sentencias, si la Justicia carece de fuerza para obligar que se cumplan? La respuesta la ofreció implícitamente Danilo Medina al inaugurar la Terminal de Autobuses del Este: Sólo sirven para ir al baño.

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