Está más que sabido en todo el mundo: La emigración ilegal por lo que sea, el hambre de dónde sea y la delincuencia como sea no reconocen fronteras (incluyendo nuestros 376 kilómetros con Haití). Porque, más allá de muros y vallas, las fronteras reales las trazan los corruptos civiles y militares que deben controlarlas… (Por tanto, si este gobierno ya ha levantado 23 kilometritos de vallas fronterizas, cabe preguntar: ¿Cuándo iniciará el valladar más importante, en el que se estrelle la corrupción de todos los calibres, por arriba, por abajo y por los lados, desde Montecristi hasta Pedernales, pasando por Elías Piña y Dajabón?).

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