…Y precisamente en el Club Libanés-Sirio-Palestino, tras guardar, con centenares de personas, un minuto de silencio (que me pareció muy poco) por la enorme cantidad de víctimas del actual (y ojalá que último) episodio del multimilenario absurdo mesoriental, de pronto me entero de una mentira inexcusable, que no me explico qué cabeza pudo imaginar; una mentira inaceptable para todo aquel que lo conociera y que fuera, como todo humano mortal, beneficiario de su amistad; una mentira insólita, tratándose de un ser en verdad excepcional: dizque William Jana Tactuk “ha muerto”…(Cuando todos sabemos que su bondad lo ha hecho inmortal).

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