Si algo es complicado de lograr en deportes profesionales, es repetir temporadas de ensueño, de un dominio casi absoluto, de esas que muchas veces dan premios.

El dominicano Sandy Alcántara fue en 2022 una especie de amo y señor del montículo. El 14-9 con 2.28 de promedio de carreras limpias quizás no llame tanto la atención, pero en estos tiempos de más analítica hay que ver sus seis juegos completos, 228 entradas y dos tercios y 889 bateadores enfrentados, líder en este último trío de categorías mencionadas.

Su ERA+ fue de 176 (76 puntos por encima del promedio) y su WHIP, la relación de bases por bolas y ponches por entradas lanzadas, fue de 0.98. Mientras más se está por debajo de uno, más dominante. Fue Cy Young del mayor de los circuitos, la cereza en el pastel de su gran año.

Dicho eso, la estación de 2023 ha estado más al sur que al norte.

Para comenzar, tiene marca de 2-5, un promedio de carreras limpias de 4.93. He escuchado un variopinto de teorías sobre posibles razones de su baja, incluidos comentarios sobre adaptarse al nuevo orden con el tiempo que hay en MLB tanto para serpentineros como bateadores.

Esa no la compro ni regalada. Esa regla es para todos, no para algunos. Respeto bastante que el propio Sandy en ningún momento ha buscado excusas. Crédito al rival, porque los bateadores también comen y para algo existen los ajustes.

Observando varias de sus salidas y en especial la última contra San Diego, las bases por bolas le pasan factura.

En 2022, el nativo Azua, criado en Monte Plata, ponchó a 207 y dio 50 pasaportes. En lo que va de esta temporada, lleva 60 abanicados y 25 transferencias, la mitad de la anterior estación. Ha permitido más imparables que ponches y lleva un ritmo mayor de caminados.

Eso es mucho tránsito en las bases, motivos para sustentar el aumento en promedio de carreras limpias y la baja en el dominio, ya que su WHIP está en 1.25.

Sandy tiene el talento y la ética de trabajo para superar este mal inicio de abril y mayo. Una buena línea de inicio es la de menos bases por bolas y más outs, sin que necesariamente sean por la vía del ponche. Un dosis mayor de comando.

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