Los Tigres del Licey y los Leones del Escogido atraviesan por un momento tan malo que, como se dice, “regalados salen caros”.
Su espectáculo deja mucho que desear en una temporada que avanza hacia su ecuador.

La defensa de los azules merece comparaciones con la “Carabina de Ambrosio”, el famoso show cómico musical. Más de 30 errores y un cuerpo monticular de corte incendiario son sus cartas de presentación para ocupar el sótano del campeonato que ganaron en su edición anterior.

Pero desde los ‘80, el Licey se lleva una corona y en la justa siguiente produce una película de terror.

La ofensiva roja va de la mano con la venerada producción “lo que el viento se llevó”. Ni el mismo Indiana Jones, famoso por sus conquistas arqueológicas, encontraría en estos momentos la fórmula para que hagan carreras.

Starling Marte vive un calvario con el equipo de sus amores. En la pelota nadie se ha bajado de un avión o de un medio de transporte a batear. La forma física es una, la de juego es otra.

Su bate debe despertar en cualquier momento, pero, mientras tanto, el Escogido tiene foja de 0-6 desde que debutó.

Del otro lado, las Estrellas no creen en nadie. Ese picheo, abridor y de relevo de la tropa de Dean Treanor, es una muralla impenetrable.

Los Gigantes, talentosos y peligrosos, solo apuntan a mejorar desde su cómodo segundo lugar de la tabla de posiciones. Las Águilas son otro rival a considerar. Su rostro cambia con jugadores que deben rendir en esta pelota.

Al día de hoy, la capital está fuera de la clasificación. Todo un guión de Stephen King.

Roy Halladay

La muerte de Harry Leroy Halladay enlutece a las Grandes Ligas y a quienes, como un servidor, disfrutamos de ese caballo de la lomita. Padre ejemplar y compañero respetado, el otrora derecho, ganador de dos premios Cy Young, uno en cada liga, abandonó este mundo a los 40 años. Un día estamos fuertes y llenos de energía y en cualquier momento nos marchamos para siempre.
En paz descanse, Roy Halladay.

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