El día que me quedó claro que mamá nació para servir y dejar una huella indeleble en su alrededor, fue cuando estábamos cumpliendo con la familia de un pariente siendo un adolescente.

“¡Hermidia! Hermidia!” se escuchaba esa voz que en cada segundo ganaba cercanía. Se postró ante la señora en medio de un grupo de personas y le agradeció largo y tendido.

Lo recuerdo como ahora. Luego investigué el nombre del caballero, le decían Chicho, un otrora empleado de papá, quien nunca olvidó el trato de mamá tras esas jornadas de trabajo que encontraban respiro con agua, comida y el toque humano de la esposa de la persona al mando.

Esa era Hermidia Flérida María Alcántara viuda Pujols.

Así fue con sus vástagos y con todo aquel que se cruzó por su vida, cuyo último capítulo en este mundo fue el pasado lunes en horas de la tarde con casi 91 años de edad, motivo de gratitud hacia el Señor por permitir que así fuere.

Pudiese dar mil pruebas de la clase de guía que fue. Yo era enemigo del aseo y entre chancleta y sermones repetidos ella ganó la batalla.

Ella fue la guardiana sin descanso de mantener la unidad familiar bajo los lineamientos de la educación hogareña que no se vende, una mezcla de fortaleza para corregir con el cariño que luego te hace entender que ciertas pelas se agradecen.

Sin papá, Lorenzo Pujols, estuviésemos comiendo piedra porque fue quien nos cargó sobre sus hombros, pero sin mamá tampoco hubiésemos salido a camino. A ella le pesaban los ruedos. Eso no era un cuento.

“Herrrrma” era tan especial que su principal pregunta siempre fue “¿estás bien, mi hijo? ¿Comiste? ¿Bebiste café?” Esas son las madres: no ceden un ápice en proteger.

Criar es una categoría de almas nobles. Luego de traer al mundo a Rafael, Mercedes, Albania y Denia, llegó el suertudo autor de estas líneas a un hogar a recibir todo lo que tiene valor… no precio.

Vaya a los brazos del Creador, doña Hermidia. Usted fue el ángel de todos. Yo no tengo su apellido. Nunca me hizo falta. Me dio todo el amor del mundo mientras me criaba sin pedir nada a cambio.

Bendición mamá.

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