Un informe sobre Ley y Orden de Gallup y el índice de Paz global 2018, reseñado entonces por el matutino Hoy, decía que el país figuraba entre los 10 a nivel mundial más peligrosos para los turistas. El estudio se refería a los visitantes extranjeros que viajan y caminan solos dentro del territorio nacional. Los otros nueve eran Sierra Leona, Botswana, México, Sudáfrica, Liberia, Gabón, Sudán del Sur, Afganistán y Venezuela. De esa lista negra de Gallup, sólo el nuestro no se encontraba ni se encuentra en un estado virtual de guerra civil y caos.

Con México, que libra una sangrienta guerra contra el narcotráfico, lo cual no es ni ha sido el caso nuestro, son de esa lista los únicos países con estabilidad política, social y económica, donde las instituciones funcionan y los procesos electorales y cambios de gobiernos se dan con un mínimo de incertidumbre, conforme a los plazos establecidos por sus constituciones.

Con toda seguridad, la leyenda negra de inseguridad es el resultado de nuestra inveterada rivalidad partidista y la voluntaria ceguera de avanzar políticamente sobre la lastimosa creencia de que minando el clima político se daña al adversario y se avanza más rápidamente hacia el poder, lo que la realidad desmiente en cada proceso. Como muchas encuestas de adhesión política, la percepción reflejada en el informe de marras reñía y riñe con la realidad diaria. Es cierto que enfrentamos un auge delincuencial, pero nuestro clima de inseguridad no puede ni podía ser comparado con el resto del listado, ya que en cualquiera de ellos las víctimas de la violencia de cualquier día superan las de todo un año en República Dominicana.

Las cifras del crecimiento del turismo en nuestro país son el más sólido y evidente desmentido a ese informe en el que se deja al descubierto un innegable prejuicio y una insana influencia doméstica. Pero al país “to se le pega”.

Posted in La columna de Miguel Guerrero

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