En su obra “Crítica de la razón pura”, Enmanuel Kant nos dice que la lógica no retrocedió desde la época de Aristóteles y a pesar de que muchos académicos sostienen que el legado del filósofo griego solo sirve como referencia histórica tras la llegada de la lógica matemática, el modelo de razonamiento aristotélico sirve todavía para cuestionar los modelos de argumentación (afirmación, negación) y cobra validez en el impasse que las rivalidades partidistas mantienen todavía.
Aristóteles planteó que los argumentos se componen de juicios; oraciones con un sujeto y un predicado, con el cual se afirma o se niega el sujeto. No podemos perder las elecciones, dicen los seguidores de los partidos. Ese es un juicio o afirmación al que resultados pasados opusieron una negación, realidad que algunos todavía se niegan a aceptar proyectándolo al 2024. En la lógica aristotélica cabe suponer que nadie tiene la victoria antes de que se produzca, lo que a los líderes instruidos y con experiencia, les sería fácil entender.

Pero supongamos que a un candidato negado a aceptar un resultado se le conceda a posteriori razón y que el conteo en su contra haya sido fraudulento. ¿Tendría lógica, aristotélica o matemática, cambiar las reglas establecidas para evitar que en los próximos comicios un candidato perdedor no sufriera otra experiencia similar? ¿Quién las organizaría? ¿La misma junta electoral a la que se acusó de incurrir en serias y criminales violaciones? Parafraseando a Marx (fue en realidad idea de su esposa) con aquello de “la crítica, critica crítica”, lo cierto es que en esta oportunidad “la lógica lógica del líder” carece de lógica, y evidentemente no aplica a la experiencia resultante de unas primarias que demostraron la independencia y la autoridad de un órgano electoral, cuya impecable labor de organización nos libró de las angustias a que nos acostumbramos en elecciones pasadas.

Posted in La columna de Miguel Guerrero

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