Rodríguez Zapatero impuso límites de velocidad en las carreteras españolas para ahorrar combustible, ante la escalada de precios del petróleo y Corea del Sur restringió las luces nocturnas en bares, restaurantes y demás establecimientos de ocio con fuertes sanciones para los violadores en ambos casos. Otros países de sólidas economías han adoptado medidas de control, como es el caso de Inglaterra, cuyos funcionarios están obligados a desplazarse en tren o en sus vehículos privados, para reducir gastos y enfrentar la crisis global de la economía. Obama congeló los salarios y los gastos de los funcionarios de la Casa Blanca, Francia asumió controles parecidos e igual aconteció en la mayoría de las naciones de Europa, incluido Alemania, la tercera economía mundial y la más fuerte de la Unión.

Mientras eso sucedía a finales de la primera década del siglo, aquí continuaban los viajes presidenciales de dos semanas por tierras asiáticas. Nuevos periplos por Rusia, solo consiguieron gastar más dinero, buscando imaginarios inversionistas interesados en construir refinerías y plantas eléctricas, mientras se incrementaba la nómina gubernamental y seguía la alegre y estéril participación de funcionarios en cuantos seminarios y eventos en el exterior se realizaran. Todo eso implicaba boletas de avión en primera y lujosas suites en hoteles cinco estrellas, con esposas y en algunos casos amantes incluidas.

Y como en esos fatales días, los aumentos del petróleo y los problemas de la economía global siguen siendo escenarios ideales de la retórica oficialista. Como antaño, responden hoy al doble propósito de justificar sus deficiencias y de somnífero para alargar el sueño de un pueblo que no reacciona ante el engaño, la manipulación y la corrupción que lo postran y embrutecen con un mito, ¿cómo pedirle austeridad a una economía que crece a niveles superiores a las de casi el resto del mundo?

Posted in La columna de Miguel Guerrero

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