El periodismo literario es un excelente recurso para narrar historias humanas y relatar aquellas que contadas dentro de las normas de redacción de un periodismo esencialmente informativo, carecerían de sentido o serían incapaces de llamar la atención del lector. Obviamente, no podría hacerse en estos tiempos un buen periodismo, un periodismo de altura y calidad, prescindiendo de este nuevo género, que es el periodismo literario.

A partir del éxito de las ferias anuales del libro en nuestro país, evento sepultado desde el 2019, creció el interés entre periodistas e intelectuales dominicanos por la polémica antigua de cómo o cuándo una historia real puede ser convertida en ficción a través de una novela.

Tal vez no podamos nunca llegar a un consenso sobre el tema. Lo que sí podemos aceptar como una regla, es que los límites de la literatura y el periodismo están dictados por la necesidad y obligación moral que tienen los periodistas de narrar las historias conforme a una visión de la realidad la más cercana a lo que la inteligencia humana nos permite. Y que aún dentro de las libertades narrativas que la nueva forma de periodismo, conocido como literario, consiente, su distancia de géneros como la novela sigue siendo lejana, por lo que no existe peligro mayor de contaminación, tanto para un género como para el otro, que traspasar esas fronteras, resguardadas por la obligación de ser fieles a la verdad como a la imaginación.

Dos frases de fuentes ilustres ayudan a entender las complejidades propias del tema. Los hermanos Edmundo y Julio Goncourt, novelistas franceses del siglo XIX, escribieron que la historia no era más que una novela que ha sucedido y la novela una historia que hubiera podido suceder. Y Oscar Wilde, a quien ya he citado, escribió: “Se puede muy bien despojar una historia de su realidad al intentar hacerla demasiado verídica”.

Posted in La columna de Miguel Guerrero

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas