Marco Almazán, periodista mexicano, se hizo famoso en toda América Latina por una columna de humor que publicaban decenas de diarios, incluyendo El Caribe en los ya lejanos tiempos de Germán Ornes. Una de las más recordadas fue aquella en la que hiciera una extensa relación de “cosas inútiles”, entre las que citaba las elecciones en su país durante el reinado del PRI, la moneda búlgara fuera de Bulgaria y los acuerdos entre políticos aztecas.

Si a tan ocurrente personaje, ayudado por una máquina del tiempo, le tocara residir entre nosotros podría con suma facilidad intentarse un ejercicio similar, con la segura y voluntaria asistencia mía, lo cual haría con mucho gusto, para aliviar un poco las tensiones y descansar por un rato de la vulgaridad y la incansable e insufrible actividad política.

En mi lista de sugerencias incluiría inicialmente las reformas constitucionales, cuyo historial de irrespeto hacen históricamente de ella “un pedazo de papel”; al Ministerio Público, el escrutinio electoral, el Instituto Postal, el Idecoop, la CDEEE y sus edes, la Cámara de Cuentas, las vicepresidencias, como la monjita aquella dije todas; las fundaciones menos una, las reuniones de los comité político cuando no asiste el presidente; el Ministerio de la Juventud, la mayoría de los cabildos, la dirección de Caza y Pesca y Salud Pública, salvo en el pasado, cuando de contratar seguros se tratara. Luego me iría por CORDE y el Consejo Estatal del Azúcar, sin empresas ni centrales pero sí con nóminas infladas; la ODC, Bienestar Estudiantil, la Lotería y la programación del canal estatal, entre otros, como se dice.

Por último, el Parlamento Centroamericano, por el que se pelean tantos políticos, sin olvidarme, por supuesto, de columnas como la mía, y evitar así que ciertos ruidos revienten mis oídos.

Posted in La columna de Miguel Guerrero

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