Estados Unidos le impone reglas de migración a la República Dominicana que no se respetan dentro de su territorio y el Gobierno las admite sin remilgos, con la indignidad de asociarlas a una donación de 18.9 millones de dólares. El pretexto que disfraza tan onerosa imposición no justifica la renuncia oficial a un derecho indeclinable, consagrado en la Constitución, que el presidente de la República juró respetar y defender en la Asamblea Nacional, en el más solemne de los actos oficiales.

A despecho de como quiera llamársele, la referencia de la enviada estadounidense es una imposición; una orden. El respeto a la persona y dignidad humana es una herencia de los valores con los que nació nuestra nación y esos principios cuentan para nacionales y extranjeros. No necesitamos lecciones de moral política ni de derechos humanos, menos de una nación, por más grande y poderosa que sea, que no los aplica.

La defensa de la soberanía nacional en lo que concierne a Haití no proviene de sentimientos o prejuicios racionales, ni de la existencia de clanes que hayan colgado a negros, porque a pesar de los conflictos históricos con nuestros vecinos, salvo contadas ocasiones desde 1844 cuando surgimos como Estado soberano e independiente a costa de mucha sangre y sacrificios, hemos podido llevarnos con relativa tranquilidad y respeto mutuo. Y el muro que se construye en parte de nuestra línea fronteriza, apenas comenzó cuando uno más extensamente largo separó físicamente a Estados Unidos de México, su distante vecino del Sur.

El problema va más allá de un supuesto trato discriminatorio hacia los haitianos, como sienten muchos latinos en Estados Unidos. El caso es que son cada día más los ilegales y esa inmigración amenaza nuestra nacionalidad, nuestro estilo de vida y todo cuanto se ha alcanzado con sudor y trabajo, porque simplemente sobrepasa la capacidad del país para asimilarla.

“La defensa de la soberanía nacional en lo que concierne a Haití no proviene de sentimientos o prejuicios racionales, ni de la existencia de clanes que hayan colgado a negros”.

Posted in La columna de Miguel Guerrero

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