Siendo un mozalbete en la explanada del Alma Mater de nuestra queridísima Universidad Autónoma de Santo Domingo, me “enriquecía” teóricamente oyendo al camarada José Ernesto Oviedo Landestoy (El Gordo Oviedo) de la Línea Roja del 1J4 analizando la situación política internacional y nuestras necesidades de alianzas con movimientos marxistas y revolucionarios de América Latina. Para mis escasos conocimientos, El Gordo Oviedo era un genio de la política internacional. Sólo después de leer y escuchar análisis del expresidente Leonel Fernández, descubrí que alguien lo superaba, pues a Fernández como a El Gordo Oviedo, los debates sobre política internacional eran sus pasiones. Con esos teóricos comencé a escuchar el nombre de Luiz Inácio “Lula” da Silva, un dirigente sindical en Brasil que había fundado el Partido de los Trabajadores (PT) y que era un ejemplo a seguir. Ese PT comenzó del tamaño de la cabeza de un alfiler y en menos de 20 años llegó al poder en el país más importante de América, sólo superado por la grandeza de Estados Unidos. Y Lula por varios años se ganó la distinción del hombre más influyente del mundo, llevando la economía brasileña al tope de su crecimiento. Pero al parecer, Lula no abandonó sus ideas por las que trascendió como sindicalista, mencionado en los pasillos de la UASD y ese fue “su error”, en la óptica del gran imperio norteamericano. Su llegada al poder en Brasil fue un impulso para que partidos y movimientos afines a sus ideas en otras naciones accedieran al Estado y quiso desde el Gobierno brasileño o con aliados como Odebrecht, extender sus ideas en apoyo a movimientos revolucionarios. Dicen algunos, sin pretender exculparlo de las acusaciones, que su lobbismo a favor de esa empresa no fue para provecho personal. A lo mejor quiso hacer desde allí lo mismo que hacía el imperio a través de la USAID u otras agencias a favor de sus políticos de derecha, para preservar o llevar al poder a quienes financian sus actividades. Así estuvo por Venezuela, Panamá, Perú, Dominicana, Ecuador o El Salvador. Y hasta “los camaradas” de las FARC en Colombia, recibieron ayudas para sus proyectos insurgentes, según se dice. Hoy Lula está condenado a prisión por presunta corrupción. Toda la izquierda ve la mano del imperio en esto, pero nadie se atreve a defenderlo.

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