Cuántas veces hemos dicho y hemos escuchado a otros decir: “Estoy cansado de tal o cual cosa, situación, lugar y hasta personas”. Muchas, ¿verdad?

Con frecuencia nos quejamos de la rutina, de hacer cada día las mismas cosas, en el mismo lugar, con las mismas gentes. En ocasiones nos sentimos, y así lo manifestamos, como autómatas, casi como seres inanimados. Algo así como marionetas movidas por los hilos invisibles de la vida…

A veces, nuestras diferencias con otras personas, con las que estamos obligados a convivir día a día, por cualquier razón, ya sea laboral, en la cotidianidad del hogar o en el vecindario, la escuela, algún centro cultural o club de recreación, nos llevan a desear no volver a ver a esa persona y así en un momento de ira o malestar, no sólo lo pensamos, si no que se lo manifestamos.
A más de uno le hemos gritado y más de uno nos ha confesado: “Me tienes cansado. No soporto más”.

Pero esta sensación de fastidio no se limita a los seres humanos, con quienes podemos, pasado el mal momento, disculparnos y continuar como antes de exponer nuestras diferencias.

A veces solo basta una disculpa, para que todo siga o parezca que sigue igual.

Pero cuando se trata de los lugares a los que debemos asistir cada día, o donde vivimos, el disgusto es constante y termina por amargar nuestra existencia.

Es más frecuente de lo que pensamos, pero la inconformidad con lo que somos, lo que tenemos y muchas veces, hasta el lugar en que vivimos o trabajamos, es la razón principal de nuestros problemas.

Lo más triste es que no siempre la solución está en alejarnos de las personas y lugares que decimos ya no soportar más. Muchas veces todo es producto de nuestra personalidad, de esa mala práctica de solo ver el lado negativo, de no hacer lo posible por aprender a tolerar y aceptar las diferencias. Por nuestra falta de fe en que el mañana siempre puede ser mejor si así nos lo proponemos.

En muchas ocasiones, sólo estamos un poco cansados, agobiados por la rutina y abatidos por nuestras limitaciones y buscamos culpables externos, cuando la culpa es solo nuestra. Muchas otras veces, cuando nos quejamos, cuando decimos estar hartos, en realidad, solo son palabras sin sentido con las cuales solo buscamos llamar la atención.

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