Las personas siempre tratan de encontrar el mejor regalo, al acercarse una ocasión especial, como un día para celebrar a la amistad, a la mujer, las madres, los padres, un cumpleaños, la Navidad, el Año Nuevo, o simplemente demostrar el afecto o manifestar buenos deseos.
Se esmeran en buscar aquello que desean seguro causará la mejor impresión y hará realmente feliz a quien lo recibe.
Para muchos, el valor monetario está estrechamente vinculado al valor sentimental del obsequio en cuestión.
Tratan de comprar algo costoso, pues eso demostrará lo importante que es para ellos el destinatario del presente.
En este catálogo entran la tecnología, la joyería y la moda. Quienes buscan agradar comprarán un teléfono celular, una tableta, una computadora o una pulsera, un brillante anillo o alguna otra prenda, de oro, por supuesto.
Afortunadamente, siempre existirán los que regalan libros, flores, y alguna cosa realmente necesaria. Esos se toman la molestia de constatar en tu entorno eso que no solo deseas, si no que necesitas.
Estas personas no otorgan al dinero y lo monetario el excesivo valor que, lamentablemente se le ha dado en los últimos años.
También están aquellos que a la hora de agradar a una persona, lo hace pensando realmente en lo que a ese alguien le gustaría.
Si bien, la intención es buena y lo más importante es saber que alguien pensó en ti y trató de alegrarte el día, a veces se olvidan, nos olvidamos, pues nos puede ocurrir a todos, de que muchas veces, el mejor regalo es el que menos cuesta, en cuestiones económicas, aunque a veces es el que se hace más difícil de entregar y de recibir.
Cuando la gente espera en Dios, casi siempre pide cosas intangibles, pero que transforman por dentro y por fuera.
Esperan paz, amor, salud, perdón, el bienestar propio y de los seres que ama.
Algunos, pocos, pero existen, saben que lo más valioso no puede comprarse o venderse, saben que no puede ser entregado por todos, y que pocos lo merecen.
En la medida en que las personas sepan qué es lo que realmente da la felicidad, en esa misma medida les será más fácil hacer felices a los demás.