“Vivo sola, pero no estoy sola. He perdido la vista, pero desarrollado de forma que hago todo en mi casa.”, sentada en mi mesa, disfrutando un almuerzo que le preparé, a carcajadas dice: “Y tengo gran paladar. Me pones en lista cuando hagas este tipo de comida”. Esta hermosa mujer, casi noventa años, proyecta gran alegría, se jacta de contar que todos sus amigos son jóvenes, una es mi hija, con quien mantiene siempre comunicación e interacción, y así la gran mayoría de los que menciona. Su vestimenta muy bien seleccionada, como si tuviese alguien a su lado para esto. Cuando le digo que bella estaba vestida, a carcajadas también, responde: “Conozco cada pieza de mi closet y, aunque no lo creas conozco estilo, color de cada una, lo que me permite como me ves no andar de mojiganga’”, y me hace la historia del tiempo que tienen los zapatos en su poder y la blusa se la regaló una de sus amigas hace poco y como siempre pregunta qué color es o cuales tiene, la asoció con dicho calzado. Al día de hoy realiza lo de siempre en su iglesia, que es cantar, y como princesa, uno de sus jóvenes la sube al púlpito. “Mira Grecia, no me da el día de tantas cosas que tengo que hacer, a mi manera, y el teléfono no para de sonar.”. “Tengo hijos, pero cada quien hace su vida, viven fuera, uno está aquí, yo lo entiendo, también he hecho la mía. Que vivan.”

Si nos detenemos a ver la vida de esta alegre mujer, quien no deja de manifestar en sus conversación agradecimiento por las cosas hermosas que Dios le ha regalado, cuenta de sus viajes por el mundo y, también a carcajadas sus añoranzas, deja claro que simplemente fueron etapas y que esta es una que también agradece y vive a plenitud.
Durante todo el 2020, como señala mi hija, estuvo “totalmente acompañada”, ya que sus “muchachos”, como los llama, con frecuencia le llamaban: “Estoy en la puerta dejándote algo”, porque todos la tutean, y acompañándole sin si quiera entrar, pero comparte.
¿Y tú?, ¿has hecho tu inventario de todas las maravillas que posees? Pero, sobre todo, ¿das algo en tu día a día de lo que has recibido? ¿Agradeces por tus amigos, familia, y se lo expresas en palabras y hechos?

Aliméntate con gratitud. Y recuerda: “Den gracias a Dios en toda situación…” (1 Tesalonicenses 5:18).

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