Cuando, en 1979, le fue otorgado el Premio Nobel de La Paz a la Madre Teresa de Calcuta, le hicieron la siguiente pregunta: “¿Qué podemos hacer para promover la paz mundial?”, a lo que ésta respondió: “Vete a casa y ama a tu familia”.
Esta mujer, quien luchó en contra de la pobreza, la opresión y por la igualdad de la humanidad, y a quien el ex presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, definió como “una gigante de nuestra era”, en esa respuesta trató de dejar sentada la base principal a través de la cual se podría frenar todo lo que se veía venir a acontecer en la sociedad.

El título que por años ha llevado esta columna, Por Tu Familia, es precisamente por tener la plena convicción de que es por medio de la familia desde donde se debe empezar y mantener de forma permanente enfocado cualquier proyecto dirigido a producir los cambios necesarios para cualquier conglomerado social y, en este momento, en nuestro país.

Es importante modificar leyes, cambiar paradigmas, tomar las medidas necesarias para enfrentar la delincuencia y criminalidad que arropa nuestra sociedad. Pero, lo esencial e indispensable consiste en llevar a los hogares a que retomen la importancia de la familia, especialmente, formación de los hijos, para que con ello todo lo demás pueda surtir efecto.

No sé de cuántas formas, a través de este medio, se ha repetido la importancia de centrar la atención, en primer lugar, hacia los hogares, desde donde cada vez más se acrecienta la violencia.

Los hechos trágicos que se han dado entre padres, hijos, hermanos, tíos… me remontan a la época de las cavernas, precisamente, en un momento donde la tecnología y adelantos cada vez más se extienden en el mundo entero. “Vete a casa y ama a tu familia”, dicho por esta gran mujer como método para lograr la paz mundial, no tiene ningún costo económico.

Es suficiente entender que el fundamento para una sociedad cada vez con menos violencia consiste en crear familias donde el núcleo principal que las sostenga sea el amor entre sus miembros, con lo que se mantiene y perpetúa ésta por generaciones.

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