La situación de caos que predomina en el vecino Haití debe ser de gran preocupación, no solo del Gobierno, sino de cada ciudadano que reside o trabaja en la zona fronteriza, porque serían los más afectados en caso de una guerra civil en ese país.

Cada día se agrava el problema y las bandas armadas asumen mayor control de las actividades en ese territorio, incluso saquean, matan, queman viviendas y oficinas, atacan cuarteles, agencias oficiales, y llevan a ese país al peor de los caos.

Preciso es que los ciudadanos más conscientes se organicen y recaben la ayuda de comerciantes, empresarios y procuren diversos medios para garantizar la vida y bienes de los demás, ante lo que viene en los próximos días con los cambios que se están registrando allí.

Como pocas veces, la frontera está ahora en verdadero peligro pese a la estrecha vigilancia militar, sobre todo, porque hay zonas en las que ese cuidado no es tan efectivo y los vecinos las utilizan para el tráfico de mercancías, entrar y salir cuando desean, lo que representa una gran peligro para los dominicanos que residen o trabajan desde Dajabón hasta Pedernales.

Los grupos de defensa se imponen para la autoprotección y para hacer más liviano el trabajo de los soldados que tienen a su cargo la protección del país. Los próximos días y meses serán de gran preocupación para nosotros ante la falta de autoridad y de control de los vecinos cuya situación es muy grave.

Es deber de cada ciudadano fronterizo convertirse en un verdadero centinela de los intereses de la patria y de la soberanía nacional a sabiendas de que en la mente de todo haitiano crece la idea de ocupación de la parte oriental de la isla.

Hoy más que nunca debemos rendir tributo a la dominicanidad y resguardar el sacrificio de Duarte, Sánchez, Mella y Luperón, quienes todo lo dieron por legarnos la nacionalidad y el orgullo de ser dominicanos. Cuidemos la frontera.

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