De un tiempo a esta parte, la delincuencia común y el crimen organizado han ido ganando terreno en el país y la población es afectada por los desmanes de delincuentes que no conocen la piedad ni el valor de la vida.
La población está cansada de la impunidad y la falta de acción directa para acabar, en forma efectiva, con los atracos, asaltos, robos vulgares y asesinatos, utilizando diversas modalidades, pero en definitiva robando la paz y el sosiego ciudadano.
Los delincuentes cometen sus fechorías a pie, en motocicletas, utilizando carros públicos y privados, para poner en zozobra a los ciudadanos que salen a las calles, van o regresan de sus trabajos, sobre todo, en las fechas de pago.
No hay vivienda segura ni garantía de tránsito, porque los delincuentes se han adueñado de las calles del país, de noche o de día, sin temor a nada ni a nadie. Es tiempo de que las autoridades le pongan la mira y el arco, para definitivamente mostrarles que hay autoridades y que pueden resolver el problema.
La población pide a gritos que la delincuencia sea frenada, para ello es necesaria la decisión del Gobierno y las agencias responsables de velar por la seguridad ciudadana y la protección a la propiedad. Todos tenemos derecho a la vida y a transitar sin pavor ni temor por esas calles de Dios.
Se sabe que criollos y extranjeros, agrupados en bandas u organizaciones criminales han sembrado el pánico en el país, pero es tiempo de que tanto las autoridades como los ciudadanos responsables asuman el compromiso de ponerle un alto a las acciones vandálicas y a la falta de respeto a la autoridad.
Es necesario endurecer las manos y que se tomen medidas directas urgentes para localizar y sacar de circulación a esos criminales que, sin piedad, quitan la vida y despojan de sus bienes a ciudadanos honrados y trabajadores que salen a las calles por obligación. ¡Basta ya de delincuencia!
