Al parecer las bandas haitianas que controlan Haití creen que el país es un relajo y que ellos pueden jugar al cierra y abre de la frontera como les da la gana y que el Gobierno dominicano tiene aceptarlo y rogarles para que adquieran las mercancías criollas.

Los haitianos ingratos y los dominicanos insensatos deben entender, de una vez por todas, que República Dominicana es una nación soberana y que no se debe permitir que esa soberanía ni los intereses nacionales sean pisoteados por el crimen organizado foráneo.

Abrir la frontera solo para recibir las mercancías que necesitan, varadas por su tozudez, y luego cerrarla como una burla, es un indicador de que esos grupos armados quieren poner el país de relajo y las autoridades deben recrudecer las medidas para evitar ese relajo.

Como dice el estribillo de una canción que interpreta José José “nada dura para siempre y hasta la belleza cansa”, la capacidad de aguante y el estoicismo de los dominicanos están llegando al límite. Nuestras autoridades deben asumir mayor control para evitar este necio juego y los abusos sin consecuencias que allí registran.

Hay que seguir buscando mercados alternativos para colocar la mercancía que produce o sirve en el país, para que los vecinos busquen su propio destino y dejen de sacarnos la lengua hasta en nuestro propio territorio, porque eso está ocurriendo sin que nadie lo mida. Solo hay que ver como lucen de bien surtidos supermercados y colmados después del alegado retorno de los haitianos y la prohibición de entrada y salida de ellos como Pedro por su casa sin ningún control.

Ha llegado la hora de mostrar que los dominicanos somos humildes, pero no tontos; pacientes, pero no cobardes; comprensivos, pero no idiotas.

Aún estamos a tiempo de evitar que este problema se torne incontrolable y que al final el país resulte realmente perjudicado. ¿Hasta cuándo seguiremos soportando?

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