La sociedad dominicana, sobre todo, los ciudadanos que no tienen un vínculo muy cerrado con ningún partido, albergan el temor del devenir del próximo proceso electoral en sus versiones municipal, congresual y presidencial, porque las confrontaciones han roto paradigmas en el país.
La activación en bloques de organizaciones como el PLD y sus principales aliados como el PRD; el PRM y los acuerdos o pactos con el PRSC y la naciente Fuerza del Pueblo, activan la tensión y, las probabilidades de confrontaciones fuertes, no están ausentes.

La decisión del Gobierno y los funcionarios de turno de permanecer en el poder y el empeño de la oposición en sustituirlos, podría verse como una lucha natural y de mero interés político, pero en estos procesos hay mucho más en juego, con una Junta Central Electoral que no ha podido ejercer autoridad y sin mediadores que puedan contribuir a soluciones equilibradas.

Ese temor que me llena y, que seguramente atormenta a los amantes de la democracia, la paz y el buen vivir, es cada vez más creciente y, esta situación podría influir considerablemente en la concurrencia de los electores a las urnas.

La violencia nos arropa y la incertidumbre es creciente, debido a la falta de autoridad y de un régimen de consecuencias para quienes hacen lo que quieren, cuando y donde quieren, amparados en la más abominable y bochornosa impunidad.

El ejercer el sufragio es un deber sagrado, comprar conciencia y votos es un crimen moral y social imperdonable, que cometen aquellos que no tienen fe en el porvenir, les importa poco la patria y, jamás piensan en el devenir de las generaciones que deben transformar la horrible conducta que hoy nos marca.

Febrero 16 y mayo 17 son dos fechas claves para reflexionar y como verdadero pueblo decidir en las urnas lo que realmente queremos, el verdadero destino de las futuras generaciones y la defensa de la patria. La patria primero.

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