En el ejercicio político, quienes asumen una función pública, incluyendo la Presidencia de la República, se convierten en el epicentro de reclamos de los diferentes grupos sociales, económicos y partidarios, quedando poco espacio para detenerse a pensar en el valor humano.

Aunque muchas veces, sobre todo, quienes llevan consigo una valoración de familia, sacan momentos especiales para convertirse en ciudadanos comunes y compartir con entrega con los demás, particularmente en los momentos de tragedia y de dificultades mayores.

En el caso del presidente Luis Abinader, quien suspendió su cargada agenda para visitar y dar aliento a los mineros sepultados por un derrumbe en Maimón, tocó mi lado sensible y seguro que eso ocurrió con miles de dominicanos.

El interés puesto por el mandatario en favor de dos seres humanos, cuyas vidas están en marcado riesgo, es lo que nos falta para vivir y valorar a los demás como Dios Manda. La sensibilidad puesta de manifiesto por el mandatario debe servirnos de ejemplo para rescatar los valores que antes nos distinguían como sociedad y que hemos perdido en forma vertiginosa hasta deshumanizarnos.

Aunque realmente estamos viviendo uno de los momentos más difíciles del siglo a causa de la pandemia del covid-19 y los terribles efectos de la guerra entre Rusia y Ucrania, debemos sacar espacio para pensar en los demás, porque unidos siempre seremos más fuertes.

Sin importar los colores, religiones ni partidos, los dominicanos siempre seremos hermanos y como tales debemos considerarnos, respetarnos y comprendernos. Gracias Presidente por este gesto que nos sirve de ejemplo.

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