Los abusos que cometen los haitianos contra los dominicanos y el país han rebasado la posibilidad de soporte y, parece que las autoridades tendrán que apretarse los cinturones para responder como se debe a los exagerados vecinos.

El secuestro del profesional de la agricultura, Carlos Guillén Tatis, agregado comercial ante la embajada dominicana en Haití, debe servir de base para enrostrar a los defensores de los desagradecidos haitianos, hasta qué punto llegan sus acciones arrogantes contra nosotros.

Además, callar la boca a la comunidad internacional y a las organizaciones de Derechos Humanos que solo se pronuncian cuando algo pasa a sus adorados defendidos, a quienes tampoco ayudan realmente a resolver sus grandes y graves problemas.

Les facilitamos la comida, combustibles, lo arrabalizan todo, cuando están aquí, escuela, guarderías, hospitales, medicinas que usan y se llevan, no son perseguidos y, hasta en los cuarteles cuando los atrapan sin documentos personales y de vehículos, se liberan con sobornos. Nunca están conformes con nada.

La situación de Guillen Tatis debe ser asumida por el gobierno haitiano y darle una muestra de buena voluntad a los dominicanos, de lo contrario, no sigamos perdiendo el tiempo ni dejando de comer para que ellos no tengan hambre. No son agradecidos.

El saqueo de camiones, el trasiego de armas y el pasillo para la trata de personas, tienen canal abierto tanto en los corredores como en las zonas no custodiadas por nuestros soldados y, al final, a los dominicanos se nos pega todo lo malo. Los 400 Mawozo son parte del negocio en ese país.

No entiendo por qué ahora no se levantan las voces que emergieron con el incidente entre soldados y un indocumentado, sin saber las motivaciones del hecho, pero con Guillén Tatis, que es un dominicano, nadie pide la palabra. Así caminamos muy bien.

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