En los primeros meses de gestión, el presidente Luis Abinader ha presentado al país inversiones multimillonarias para llevar solución a los problemas elementales generados por la pandemia, la protección de la familia y la garantía de alimentos y salud. Sin embargo muchos se preguntan: ¿Han sido realmente equilibradas esas inversiones?
La respuesta correcta la veremos en el nivel de satisfacción que muestren las familias alcanzadas por los beneficios, directa o indirectamente y, en la forma en que llegan a los favorecidos.
Mucha gente también tiene en su libreta de quejas y satisfacciones esta inquietud: ¿Ha ido el dinero recaudado o tomado en préstamos a esas causas o a engrosar los bolsillos de algunos funcionarios?
Los avances en el sector Turismo, Obras Públicas, Agua Potable, Salud, Educación, Agricultura, Ganadería y otros renglones deben llevar siempre a la vista el sello de la transparencia, el compromiso de gobernar para todos y el convencimiento colectivo de que el patrimonio público está en manos honradas.
El tiempo es el mejor testigo de los acontecimientos y si los beneficios de los miles de millones que han sido colocados como inversión para el provecho colectivo, no es verificable en el mediano plazo. Entonces cabe la interrogante razonable de: ¿Qué se ha hecho con el dinero del Erario?
Juzgar a priori no es nuestro estilo, pero tenemos la certeza de que estos beneficios serán visibles en el mediano y largo plazo, porque de ocurrir lo contrario, la gente dejará de creer en sus gobernantes. Ese riesgo no lo debe correr el presidente Abinader.
La esperanza de un campo productivo y con capacidad de exportación, una salud mejorada, educación de calidad, mejores vías y viviendas seguras, está en la carpeta de los sueños de cada ciudadano y, como tal, tenemos derecho a soñar.
Los próximos 25 meses de gestión de este Gobierno, una vez disminuida la pandemia del covid-19, deberán ser de cosecha fructífera, de satisfacción plena y de grandes satisfacciones para el porvenir. El 2024 será la balanza.
