Parece que el desorden que se registra en el sistema de transporte terrestre del país no tiene solución a la vista y que ninguna autoridad designada ha tenido la capacidad de controlar, regular y aplicar la ley a estos criminales naturales que conducen como les da la gana, a la velocidad que se les antoja y por las vías que eligen.

El imprudente choque y prácticamente aplastante embestida de una patana cargada de cemento a un minibús de pasajeros, en Quita Sueño de Haina, con saldo de 11 muertos y una veintena de heridos, es sólo una consecuencia del manejo temerario de los tantos locos contratados como conductores de estas máquinas, sin que llenen las exigencias de la ley, de la moral ni de la prudencia.

Al igual que los patanistas, los conductores de las denominadas voladoras y los motoristas se han convertido en símbolo de muerte, debido, sobre todo, a que a ninguna autoridad le interesa el problema y los agentes de la Dirección General de Tránsito Terrestre (Digesett) solo están para poner multas selectivas, mientras los hospitales públicos están repletos de pacientes con traumas por esa causa y el Gobierno gasta millones para darles los servicios de salud.

Los conductores de estas máquinas de la muerte no respetan elevados, vías contrarias, las limitaciones de carriles, semáforos ni nada que tenga que ver con el control del tránsito, celulares en manos mientras conducen en forma temeraria y a cualquier hora del día o de la noche.

El terror motorizado se ha adueñado de las calles de Santo Domingo y de las principales ciudades del país, como si las leyes que regulan el sistema de transporte fueran pedazos de papel de zafacón.

La autoridad debe imponerse y parar este relajo que tanta amargura y luto lleva cada día a los hogares dominicanos. Las patanas y esos tipos de vehículos no deben usar los pasos a desnivel ni los túneles, porque el salvajismo de estos conductores no tiene componte.

Se le pone un alto ahora a este desorden o será muy tarde y las consecuencias serán irreversibles en el mediano tiempo. Paremos este abuso contra la gente que quiere vivir en una mejor sociedad.

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