La campaña electoral que se avecina, en las dos versiones establecidas por la ley, pinta desde ya muy intensa, cargada de enfrentamientos, acusaciones fuertes y la necesaria confrontación a lo interno y externo de los partidos.

Los partidos políticos tienen el derecho de utilizar los medios a su alcance para desarrollar el tipo de campaña que escojan, tanto en el proceso congresual y municipal como en el presidencial, pero los líderes deben contribuir con la guía de sus tropas, para evitar problemas y llevar a cabo con civilidad estos importantes procesos.

La Junta Central Electoral (JCE), tiene ante sí uno de los procesos más complejos y delicados de las últimas décadas, no solo por la gran cantidad de partidos y movimientos registrados, sino por las nuevas legislaciones que han sido aprobadas para la regulación y control de las actividades partidarias como es el caso de las reservas de candidaturas, los métodos y formas de escoger a los aspirantes y otros detalles propios de cada ciclo eleccionario.

La capacidad de trabajo y la preparación de los integrantes del tribunal de elecciones han sido puestas de manifiesto en el complicado proceso seguido antes de los comicios, con miras a lograr que los dominicanos puedan sufragar sin traumas y los partidos cumplir su rol.

El país es de todos y los dominicanos debemos seguir disfrutando los beneficios de la democracia, perfecta o imperfecta, que tantos sacrificios y entrega ha requerido, incluyendo la inmolación de grandes criollos en aras de la libertad.

Hemos sido testigo de excepción de grandes confrontaciones entre integrantes de diversas organizaciones, incluso en algunos durante los cuales, la sangre ha llegado al río.

Ahora, la modernidad nos convoca, el avance en la comprensión de que cada proceso es solo un ejercicio electoral y debemos seguir contribuyendo para que en lo adelante sea un proceso civilizado en el cual todos salgamos ganando. Mostremos que hemos avanzado.

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