Quien no acepta la realidad, mucho menos vivirá en la verdad y quien no busca el reino de Dios primeramente, no recibirá las añadiduras prometidas. Normalmente, nuestras abrumadoras circunstancias nos descodifican de lo positivo, lo justo y hasta de lo moral, preferimos caminar en lo incierto a pagar el precio de vivir aplicando fe a los desafíos, coraje y lealtad al amor, o la pasión y consistencia que alimentan un futuro saludable y progresista. Alinearse con la verdad entraña afinar los puntos débiles y doblegar los neutros de nuestro carácter con la sabiduría divina, hasta retomar el caminar disciplinadamente. Optimizar tus decisiones es el punto de partida, recordando que chocar con los bordes y no tener un norte es como andar en una calle sin salida.

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