Dije una vez que hay recuerdos que son latidos, pertenecen a la secuencia de momentos que encadenan nuestra existencia a una convicción. Si esa convicción te lleva alto, lejos, si te da alas, se vale elevar ese recuerdo a la categoría de un sentimiento, pero que tal cuando te doblega y te sepulta. Se dice que por cada momento que recordamos hay miles que se van al olvido, entonces ¿Por qué recordamos lo que recordamos? Pues simple, porque en el corazón no hay tumbas, solo laberintos y habitaciones. Dios puso eternidad en nuestros corazones… ¿Y tú? ¿Qué has puesto allí?

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